«Hay una suavidad, una respiración en el movimiento de Pina que hay que capturar y transmitir. Además, su aparente simplicidad es más difícil de lo que uno podría pensar. Simplemente estar de pie, caminar como un ser humano común y corriente, es un verdadero trabajo para un bailarín. Ser uno mismo en el escenario es complejo.» Jo Ann Endicott bailarina emblemática de Pina Bausch (1940-2009).
Las creaciones de Pina Bausch se han prestado a interpretaciones sociológicas, psicoanalíticas o políticas, pero ella sentía cierto rechazo por este tipo de análisis. Simplemente afirmaba: “Creo que en mis obras sólo hablo de la necesidad de ser amados que todos tenemos”. La influencia de Pina Bausch en la danza, y en la escena teatral en general, es incalculable. Tal es el peso de la obra de Pina Bausch que inevitablemente se han creado ciertas mitologías sobre su trabajo. Por ejemplo, que creó desde cero el término y el concepto “danza–teatro”.
Contaba Dominique Mercy, un bailarín que integró la compañía desde el inicio hasta el final: «Personas del público nos esperaban a la salida del teatro para decirnos ‘qué profundos son sus personajes, qué compenetrados están ustedes con el espíritu de Pina’».
Para rematar: «Y nosotros, obviamente, nos les contábamos que en las primeras funciones sólo pensábamos frenéticamente en si nos tocaba salir del lado derecho o izquierdo del escenario, con quién, en qué momento y con qué vestuario”.
Cristiana Morganti –que formó parte durante 22 años de la compañía de Wuppertal- contaba a esta cronista lo siguiente en febrero de 2020, durante una visita a Buenos Aires con su espectáculo Moving with Pina: “Hay grandes malentendidos respecto a cómo Pina elegía sus intérpretes. Hay que decir que los bailarines, una vez que entraban, permanecían en ella sin límite de tiempo. Ahora bien, las audiciones, cuando había, consistían primero en una clase de danza clásica y este era el primer filtro importante».
Alguien dijo que una manera de medir la influencia de la obra de Pina Bausch es que nadie ha tenido, como ella, tantos imitadores en los últimos cuarenta y cinco años.
Pero quizás sea más importante señalar la manera original y potente en que logró plasmar los dolores y las alegrías de la condición humana en un lenguaje escénico único y que apelaba a todo lo que ella pudiera necesitar: la danza, por supuesto, pero también la palabra, las canciones, los objetos, los materiales.
Cada pieza de Pina Bausch es, al mismo tiempo, luminosa y oscura, misteriosa y transparente, hermética y nítida. Fuente Clarin (2022).