Bailarín, poeta, coreografío, profesor y filósofo, François Malkovsky despliega su talento tanto en los escenarios como en las aulas. Nacido en Bohemia en 1889, su juventud se encuentra ligada a la naturaleza.
Después de estudiar canto en Praga, llegó a París en el año 1910, cuando los sueños y la esperanza se entrelazaban en el aire. Valiente y decidido, se unió a la poderosa Legión Extranjera durante la Primera Guerra Mundial, incorporándose a las filas de los valientes defensores de la libertad. Fue en ese momento que empezó a escribir su historia, forjando nuevos lazos con esta tierra y convirtiéndose en francés de corazón.
Su talento y valía pronto brillaron en los escenarios parisinos, donde encontró el reconocimiento y la admiración. La Comédie des Champs-Elysées se convirtió en el refugio de su arte desde 1923, cautivando al público con cada actuación magistral. En la efervescencia cultural de la época, se rodeó de genios como Rodin, Bourdelle, Cortot, Stravinsky y Eugène Carrière. Fue una era dorada llena de sinfonías del alma. Sin embargo, todo cambia cuando se topa con Isadora Duncan y su danza revolucionaria.
«El gesto no es más que una confirmación externa de la actividad del alma. «
François Malkovsky
Los emocionantes encuentros con Raymond e Isadora Duncan marcaron un hito en su incansable búsqueda de un arte en movimiento. Sumergido en la euforia artística posterior a 1918, se convirtió en un ferviente admirador de la sublime bailarina libre, Isadora Duncan.
Para comenzar su trayectoria, se une a Raymond Duncan y Marie Kummer, con quienes desarrolla los principios de su disciplina única. Inspirado en la antigua Grecia y en la observación de la naturaleza, Malkovsky explora las leyes universales que gobiernan los planos físico, mental y emocional. Así, su danza trasciende los límites establecidos y se convierte en un reflejo de la armonía cósmica, fusionando la poesía del movimiento con la sabiduría ancestral.
Malkovsky eleva la danza a una forma de expresión magistral, cautivando al público con su ingenio y profundidad. Impulsado por la minuciosa observación de los movimientos naturales y animales, este enfoque se inspira en los principios del movimiento humano inherentes a ellos. Se pone énfasis en la base fundamental del movimiento: caminar. La columna vertebral es concebida como el árbol vital que sustenta todos los movimientos. El ritmo, que adopta una agradable cadencia ternaria como la de un péndulo, busca optimizar la economía de esfuerzos.
Esta enseñanza introduce gestos como tirar, remar, sembrar, tocar campanas, llamar, dar, recibir, además de imágenes inspiradas en la grandiosidad y armonía de la naturaleza.
“La mayor elegancia es la mayor sencillez. Se puede aprender”.
François Malkovsky
Mediante conexiones fundamentales y coordinaciones instintivas, se persigue instaurar en los alumnos una comprensión profunda de la dinámica de un cuerpo libre en movimiento, con el objetivo de crear una danza que sea, en sí misma, un verdadero arte de vivir.
El maestro encargó a sus pupilos explorar su ser interior y descubrir para conocer su propio cuerpo. Esto desembocó en un redescubrimiento total de los movimientos. Para ello, el maestro abogaba por la entrega, es decir, una «confianza relajada en estas poderosas fuerzas invisibles que nos envuelven y nos animan», rechazando todo efecto espectacular de las extremidades.
François Malkovsky es mucho más que un bailarín. Es un visionario que, a través de su arte, nos invita a explorar la esencia misma de nuestra existencia y a conectarnos con el vasto universo que nos rodea.
Su legado vive en cada movimiento, en cada cuerpo que danza al ritmo de su enseñanza, recordándonos que el arte no tiene límites y que la pasión puede trascender el tiempo.
Carolina de Pedro Pascual
Barcelona, 2024
La danza libre www.facebook.com/ladanzalibre.carolinadepedro