El tiempo como inversión: un factor esencial de la danza.
La bailarina Saioa López perpetúa la senda de Isadora Duncan o Pina Bausch reivindicando el valor del tiempo como máximo activo en su arte.
Por S MODA (04 Feb 2019).
Ocho horas al día frente al espejo. Incluso más. Durante varios años. Repitiendo movimientos hasta lograr el gesto preciso, la tensión exacta, el equilibrio necesario para que, una vez en el escenario, el público solo perciba naturalidad.
La trayectoria de una bailarina es el resultado del talento y la sensibilidad, pero también de una lección vital que no todos conocen: la de que el tiempo es algo en lo que vale la pena invertir. Y la de que los resultados vienen, en ocasiones, en el momento y en la forma menos pensados.
Lo sabía a la perfección Isadora Duncan, la gran renovadora de la danza contemporánea que, durante su juventud, pasaba largas horas en el Museo Británico de Londres, deambulando por las salas que custodiaban las esculturas griegas y romanas. En aquella época ella misma no sabía qué estaba buscando, pero sí que los resultados vendrían con el tiempo.
Y así fue: cuando finalmente presentó sobre el escenario sus primeros espectáculos, los críticos quedaron deslumbrados por el modo en que evocaba la antigüedad clásica a través de movimientos desconocidos.
Duncan fue un talento a contracorriente que siempre tomaba el camino menos previsible. Su trayectoria es un conjunto de decisiones enigmáticas que respondían a su intuición. Por eso, en los años previos a la Primera Guerra Mundial, en la cumbre de su fama, decidió abandonar los escenarios para abrir una escuela de danza para enseñar a las niñas su lenguaje revolucionario.
Lejos de los escenarios, encontraba su verdadero hogar. Nunca dejó de impartir clases. Incluso llegó a abrir una academia en el Moscú soviético, convencida de que la liberación de la sociedad pasaba por la liberación del cuerpo.
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