Nos vamos al ballet con Carolina Herrera, de la mano de Wes Gordon.
En colaboración con la artista afincada en Berlín Elizaveta Porodina, el director creativo nos invita al escapismo: seis bailarinas de fama mundial protagonizan su proyecto especial conjunto para el otoño-invierno 2020.
Por Rosalind Jana para Vogue España (4 de noviembre de 2020).
¿Qué puesta en escena puedes llevar a cabo cuando la mayor parte del globo está confinada en distintos grados? En el caso de Wes Gordon, director creativo de Carolina Herrera, la solución requirió de ingenio. “La danza ha sufrido un golpe muy duro por culpa de la pandemia”, nos cuenta. “La mayoría de las compañías han tenido que suspender pagos, los teatros han cerrado. Y todas esas artistas y atletas de extraordinario talento, que llevan trabajando toda la vida para alcanzar un puesto principal en las compañías más prestigiosas del mundo, están sin poder bailar. Pensé que podía ser muy bonito colaborar con estas mujeres”.
En colaboración con la fotógrafa afincada en Berlín Elizaveta Porodina y seis bailarinas de ballet renombre internacional –Wendy Whelan (directora artística adjunta del New York City Ballet), Ako Kondo (prima ballerina del Australian Ballet Melbourne), Natasha Diamond-Walker (solista de la Martha Graham Dance Company), Misa Kuranaga (bailarina principal del San Francisco Ballet), Inès McIntosh (quadrille, de la Opéra National de Paris) y Claudia Monja (bailarina principal del Joburg Ballet)– Gordon ayudó a orquestar una serie de vívidas imágenes, tomadas vía Zoom. Las protagonistas fueron retratadas en sus casas, ataviadas con la colección de otoño/invierno 2020-2021 de Carolina Herrera. Y hacen lo que mejor se les da: bailar. “Mis dos grandes obsesiones en Herrera son el color y las flores”, dice Gordon. “Cuando vi la obra de Elizaveta, me asaltó esta explosión de flores magníficas y coloridas. Y creo que así es como presenta a las bailarinas de ballet. Son como capullos en flor”.
La fina línea entre la exuberancia y la contención
Para empezar, Gordon y Porodina hicieron una primera selección entre los diseños de Gordon. A partir de ahí, dieron absoluta libertad a las bailarinas para que eligieran su vestuario. “Conversamos con cada bailarina y les preguntamos: ‘¿Qué prenda crees que te permitirá crear los movimientos más bellos? ¿Qué prendas darán pie a las siluetas y las formas más espectaculares?’. Porque dime qué gracia tendría trabajar con las bailarinas más dotadas del mundo y hacerles retratos estoicos”.
El resultado es de todo menos estoico: son fulgurantes ‘flashazos’ de color y porte que resumen la fascinante interacción entre el músculo, el movimiento y la tela. También apelan de manera más amplia al tema principal del desfile de Gordon de otoño/invierno 2020: un gran gesto. “Esta es la frase que me repetía como un mantra mientras trabajaba en la colección de invierno”, explica Gordon. “Quería que cada look presentase una única gran declaración, una expresión singular, un gran gesto. Podía ser una manga fabulosa o un amarillo espectacular… Dejar todo lo demás muy puro y permitir un único golpe de drama”.
Dicho mantra recorre también las fotografías, de las poses a las pictóricas prendas difuminadas por el movimiento. “Las bailarinas lo refuerzan aún más”, añade Gordon. “Ya sea por el color o por un detalle del diseño, las piezas impactan sin abrumar. En el vestido que lleva Wendy Whelan, por ejemplo, ese gran gesto lo define su enorme volumen. Con el movimiento, el vestido se vuelve más y más grande, con esas mangas abullonadas tan bonitas. Así que son dramáticos, pero también contenidos. De un modo muy parecido al ballet en realidad: esa fina línea entre la exuberancia y la contención”.
Un proyecto ambicioso
Ante todo, las fotos rinden homenaje a la técnica y la espectacularidad del ballet en estos tiempos en que la danza se ha visto privada de público. “Son un grupo de bailarinas muy diverso, procedentes de diferentes compañías, de diferentes estilos, países, edades… y eso es algo muy especial”, se enorgullece Gordon. “Quería que las bailarinas fueran también dueñas el proyecto. No son modelos y punto, en el sentido tradicional. Ponen el corazón y el alma a las imágenes”.
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Nos vamos al ballet con Carolina Herrera, de la mano de Wes Gordon