La Biennale di Venezia entregó el León de Oro 2021 a la Trayectoria a la bailarina y coreógrafa senegalés-francesa Germaine Acogny. El nombre de Germaine Acogny va ligado inseparablemente al de sus dos abuelos, porque ella no se cansa de reconocer el impulso que supusieron en su carrera, por un lado, el bailarín Maurice Béjart y, por otro, el presidente senegalés Léopold Sédar Senghor.
La llaman, y no porque sí, la “madre de la danza contemporánea africana” y no hay duda de que esta artista senegalesa es uno de los nombres imprescindibles si hablamos de las artes del movimiento en el continente.
“Martha Graham se inspiró en China, Isadora Duncan en Grecia, yo en África. Las danzas africanas respetan mucho el cuerpo y tienen un diálogo continuo con el cosmos y la naturaleza. Quise ponerla dentro del cuerpo. En mi técnica el pecho es el sol, las nalgas la luna, el pubis las estrellas. El símbolo de mi técnica, un árbol. Eliges uno grande y robusto o uno pequeño con buenas raíces. Y te empapas de influencias de fuera. Me gusta comer de muchos países pero ser yo. Y en el diálogo con la naturaleza la columna vertebral es la serpiente, el árbol de la vida, los movimientos se inician en ella”.
Tras recibir el León de Oro de la Bienal de Danza de Venecia a su impresionante carrera, con 77 años hizo si debut en Bacrelona.
Sin embargo, no está de recordar las dificultades que arrastra su escuela de Senegal, la École des Sables, que es el centro neurálgico de la danza contemporánea de todo el continente – «hemos conseguido algo que nuestros dirigentes políticos no han conseguido, que es reunir África francófona a través de la danza «, afirma- pero igualmente peligra por la precariedad de un ámbito que sólo puede vivir» de subvenciones que vienen de todas partes «.
Un mito viviente
Su técnica la explica como una manera de «poner la naturaleza dentro del cuerpo»; es decir, de bailar con el sol en el pecho y la luna en las nalgas, de bailar como si la columna vertebral fuera del árbol de la vida o la raíz de un nenúfar, la cabeza fuera la flor y los brazos las hojas: «Hay tiempo para aprenderlo, es como una especie de meditación, y al final una acaba teniendo la sensación de que es un nenúfar en el agua», explica.
Béjart y Senghor van descubrirla y le dieron la dirección de la escuela Mudra Afrique (1977-1982). «A través de su mirada recuperé mis raíces», recuerda. Lo la convirtió en la gran representante de la danza contemporánea africana en el mundo hasta que volvió a casa en 1995 y creó la École des Sables y la compañía Jant-Bi, desde donde continúa creando desde África por en el mundo.
Acogny presentó el Mercat de les Flors de Barcelona dentro del Festival Grec, un espectáculo en solitario titulado À un endroit du debut, que ha sido dirigido por el joven escenógrafo franco Mikaël Serre. Juntos explican las contradicciones que ha vivido íntimamente Germaine respecto a sus orígenes y extrapolan su testimonio a los mitos griegos, como Medea, pero también en nuestros días ya los conflictos que nos incomodan dentro mismo de Europa, desde la crisis de identidad al colonialismo o las eternas y terribles crisis migratorias.
École des Sables ecoledessables.org