Estas bailarinas hicieron del ballet lo que es, le dieron vida, ya que sus personas reflejaron la esencia de cada joya. La música, esencias musicales de Fauré, Stravinsky y Tchaikovsky. El vestuario, magníficamente incrustados de joyas y tiaras dignas de zarinas, de Madame Karinska.
Jewels está dividido en tres partes: «Emeralds», con música de Gabriel Fauré, es una evocación de la Francia romántica, con movimientos propios de los ballets del siglo XIX, como Giselle, que componen figuras simétricas, ritmos regulares y elegantes, y brazos etéreos que quieren ser «el arte del movimiento inmóvil». «Rubies» representa América a través de los ojos de Balanchine influenciado por los musicales de los años 30 y el jazz.
Frente a la poesía de «Emeralds» nos ofrece el deseo, la sensualidad y la provocación, con las posiciones clásicas llevadas al extremo a partir del Capriccio de Stravinski. «Diamants» está construida sobre los cuatro últimos movimientos de la Sinfonía nº 3 de Tchaikovsky y es una síntesis del arte de Marius Petipa y Lev Ivanov, y en su composición percibimos la grandeza de los ballets imperiales rusos.
Esmeraldas / Emeralds, Rubíes / Rubíes y Diamantes / Diamonds transponen los estilos coreográficos de los tres países donde ha trabajado Balanchine: La primera parte, Esmeraldas, evoca a Francia, cuna de la danza romántica; la segunda, Rubíes – que representa a América – lanza un guiño a las girls de las comedias musicales; la tercera, Diamantes, sugiere los fastos del Ballet Imperial de San Petersburgo y el legado clásico que dejó Marius Petipa.
Con Jewels, se inspiró en la belleza de las piedras preciosas de los exquisitos joyeros Van Cleef & Arpels y en las partituras de los tres compositores que protagonizan cada parte: Esmeraldas está realizada sobre estractos de Peleas y Mélisande y Shylock, de Gabriel Fauré, y su estilo rememora el romanticismo que Francia presenció en sus escenarios decimonónicos; Rubíes es la energía del Capriccio de Igor Stravinsky, donde muchos ven influencias de la América de los años 30, pero que Balanchine niega, explicando que a él lo que le inspiró fue la música de Stravinsky, y el gran final es Diamantes, en el que el estilo imperial ruso queda de manifiesto con la maravillosa partitura de Tchaikovsky y ese gran paso a dos que recuerda al famoso de Cascanueces. Fuente Danza Ballet.
Foto de Martha Swope. Patricia McBride, Suzanne Farrell, Mimi Paul, y Violette Verdy.
Magníficas!