La terapeuta cree que si sentimos dolor es porque el cuerpo está siendo muy generoso con nosotros
«Una contractura es una negación a escucharte a ti mismo»
Deva Paksha organiza y dirige talleres de terapias del Ayurveda en España y ha elaborado la técnica de masaje Abhyanga-yoga.
Nuestro cuerpo tiene un lenguaje propio, nos habla y se expresa a través de emociones o de gritos de auxilio que suelen acabar convertidos en contracturas o dolores físicos. Si hemos llegado a este punto es muy probable que la principal razón sea que no hemos sabido parar a tiempo o, quizás más importante, que no hemos sabido escuchar a nuestro cuerpo mientras nos hablaba. La terapeuta Deva Paksha entendió esta particular relación con nuestro cuerpo a los 13 años, gracias a la danza primero, y al yoga más tarde. Su propia experiencia le hizo darse cuenta de que el cuerpo se expresa a través de las emociones y, desde entonces, empezó a observar el lenguaje del cuerpo y a conectar con él a través de las manos. Actualmente, su vida está dedicada por completo al método Abhyanga-yoga y al desarrollo de los programas de formación en Ayurveda. Esta técnica (ver video) combina el masaje ayurvédico Abhyanga tradicional con una secuencia de movimientos y estiramientos profundos y vigorosos que ayudan a re alinear la estructura ósea muscular, aliviando todas las tensiones – incluidas las crónicas- fortaleciendo el sistema inmunológico y desintoxicando el organismo.
-¿Tan alejados estamos de nuestro propio cuerpo?
-Sí, y cada vez lo estamos más por la manera en que vivimos. Empezamos el día con prisas, vamos corriendo a todas partes y no nos permitimos escucharnos.
-¿Cuándo se dio cuenta usted de que eso podría cambiarle la vida?
-A los 13 años empecé a observar mi propio cuerpo, algo que a mí siempre me había llamado la atención. Creía que eran muy interesantes todas las posibilidades que el cuerpo nos podía ofrecer. Con la danza fue como tomé mucha más conciencia de estas potencialidades que tiene nuestro cuerpo y empecé a darme cuenta de que podía cambiar algunas posturas de mi vida cotidiana para estar cada vez más a gusto con él. Nuestro cuerpo nos habla y tiene un lenguaje propio que infelizmente no entendemos.
-¿Cómo nos habla el cuerpo?
– Se comunica de muchas maneras: a través de nuestra postura, del equilibrio, de la aparición de enfermedades… Con una simple contractura, muchas veces lo que te está diciendo es “¡mírame!”. El problema es que nosotros no nos paramos a escucharle, sino que nos tomamos un paliativo o una pastilla para quitar el dolor, sin observar lo que está pasando o de qué manera puedo utilizar esa llamada para que el dolor no esté ahí todo el tiempo. Si observas o escuchas una contractura, puedes tener una percepción de lo que hay que hacer para que deje de estar allí.
-Parece que la sociedad occidental está más preocupada en cuidar su imagen externa que en atender las llamadas de auxilio internas…
-Es cierto que la sociedad occidental es la que está más alejada de su cuerpo. En India, por ejemplo, ya se empieza a trabajar la idea del masaje como un hábito desde pequeños. Si observas su postura con el cuerpo, verás que utilizan mucho más las manos y los pies en equilibrio, y también a la hora de trabajar. En Occidente, sólo nos acordamos del cuerpo a un nivel estético.
-¿A dónde nos podría llevar esta buena comunicación con nuestro cuerpo?
-Hay muchas posibilidades, pero la más básica es mantener un equilibrio y alejar de tu vida las enfermedades. Después estarían la tranquilidad, la paz; podrás hacer lo mismo que estabas haciendo hasta ahora pero con mucho más sosiego y sencillez. Cuando escuchamos a nuestro cuerpo, el tiempo se alarga más y el estrés desaparece porque tomamos más conciencia de todo.
-Entonces, ¿estamos hablando de una cuestión de conciencia corporal, o mental?
-Pienso que la clave es la escucha. Si paras un minuto para respirar y cerrar los ojos verás como cambia la conciencia corporal y mental. A través del cuerpo podemos cambiar nuestra percepción de las cosas, eso seguro.
-Si, a título individual, todos nos paráramos a hacer esa escucha que propone, ¿qué consecuencias sociales habría?
-De entrada, más paz y tranquilidad. No habría tanta impaciencia, el otro no me molestaría tanto, todo sería mucho más sencillo.
-La percepción es contradictoria, parece que cuanto más evolucionamos como seres humanos menos percepción tenemos de lo que puede ser importante para nosotros mismos…
-No debería suceder eso, pero pasa. Lo que sí que observo es que, a diferencia de otras épocas, ahora todo sucede muy rápido. La evolución existe y es necesaria, desde luego, pero deberíamos mantener el contacto con uno mismo y poder compartir esa evolución con la tranquilidad. En el fondo, es una decisión. Puedo trabajar 12 horas ante un ordenador, pero antes decido estirar mi cuerpo, comer sanamente, trabajar en un espacio tranquilo, parar para descansar, etc. Se trata de decidir mantener una calidad de vida dentro de tu propia intensidad.
-Es una lección de vida que no nos enseñan en la escuela. Todavía priman más los números y las letras…
-Todavía no, pero espero, y lo digo como madre, que aunque el mundo sea tan contradictorio, algún día nos demos cuenta de que podemos cambiar eso y seguir evolucionando, y que los niños puedan aprender cuanto antes que es importante mantener esta calidad humana, y entiendan que deben pararse de vez en cuando a escuchar sus cuerpos.
-¿Estamos hablando de un cambio a título individual, o cree que la educación tiene muchas cosas que decir en este sentido?
-Creo que la educación es la base de todo. Yo puedo tomar una decisión porque lo he pasado mal, o me ha ido mal en el trabajo, o mi pareja me ha dejado, y pedir ayuda externa. Pero si de chico yo aprendo que puedo parar, respirar distinto, escucharme, estirar mi cuerpo, todo será mucho más fácil. Cuando la gente empieza a cuidar y escuchar a su cuerpo, siempre les comento que son unos privilegiados porque hay gente que se va de esta vida sin haberse escuchado nunca. La educación es la base porque este es un derecho de todos, y si lo impartieran en las escuelas todo sería muy distinto.
-¿La prevención es clave para, a la larga, alejarse de la química?
-Este trabajo está fundamentado en la medicina ayurvédica, que es una medicina milenaria de la India que se sustenta en tres pilares muy importantes: el primero es la prevención, el segundo es fomentar la salud, y el tercero es tratar los desequilibrios. La prevención sería la clave. A través de la educación se podría tomar conciencia de la importancia de una buena prevención, pero desgraciadamente está todo montado de manera que esta prevención no existe. Hacer estiramientos básicos por la mañana antes de empezar el día ya es una manera de prevenir. En Occidente, sólo buscamos los masajes cuando tenemos dolor, cuando ya no deberíamos haber llegado a este estado. Es importante que, aunque no tengas dolor, te hagas un masaje una vez al mes. Es importante que uno pueda parar una hora o 90 minutos para que alguien le haga un masaje y elimine toda la tensión.
-¿Cuando tenemos dolor es que hemos fracasado con el mantenimiento de nuestro cuerpo?
-A mí no me gusta utilizar la palabra fracaso. Cuando sentimos dolor es porque el cuerpo está siendo muy generoso con nosotros y nos está recordando que no lo estamos escuchando bien. Es un grito de auxilio ante el que tenemos dos posibles soluciones: o tomar una pastilla para el dolor, o escucharlo y buscar ayuda de gente que nos pueda asesorar. Lógicamente, hay patologías que están ya avanzadas y tienen que ser tratadas por un médico, pero el trabajo que podemos hacer nosotros es el de investigar qué es lo que nos ha generado esta enfermedad o dolor. Nos podemos preguntar “¿cuál es la emoción que no he expresado?”.
-¿Es posible una vida sin química?
-Es muy complejo porque estamos en un punto bastante complicado. Es posible, sí. Siempre digo que si la medicina ayurvédica no hubiera tenido una etapa en la que cayó en el olvido, ahora tendríamos una vida de mucha más calidad. Cada vez nos preocupamos menos por lo que comemos, por ejemplo. ¿Nos paramos a pensar si hay algo que no contenga tantos tóxicos? Volvemos a lo de antes, es una cuestión de que nos eduquen para ello y poder recuperar el equilibrio.
-Usted se formó en Brasil y en la India. ¿Tuvo que derrumbar muchas barreras en nuestro país?
-Siempre digo que soy una ciudadana del mundo e intento no hacer comparaciones entre culturas. Cuando te sientes así, no hay nada que sea novedoso para ti. De lo que sí me he dado cuenta es de que la terapia corporal no estaba asociada al masaje. El masaje estaba asociado a las contracturas, por ejemplo. La gente empezó a darse cuenta de que detrás del masaje había una terapia mucho más profunda. Tampoco he tenido mucha dificultad más allá de esto que te explico, creo que la gente tiene muchas ganas de ampliar sus conocimientos y de experimentar. Jamás he tenido que luchar para que me escucharan.
-¿Cuál es el problema más común de las personas que acuden a usted?
-Las contracturas: cuello, lumbares, escápulas… Si tienes una hernia en el cuello no podré revertirla, pero sí que puedo ayudarte a que tomes más conciencia de tu cuerpo para que ganes en calidad de vida y entiendas qué es lo que te ha llevado a tener esta contractura.
-¿Qué nos está diciendo el cuerpo cuando se contractura?
-Es una negación de escucharte a ti mismo. Es cierto que hay gente que, por el tipo de trabajo que hace, es más propicia a tener este tipo de contracturas. Pero hay mucha gente que pasa la misma cantidad de horas ante el ordenador y no tiene esa zona contracturada. Cada cuerpo se expresa de manera distinta.
-Póngame algún ejemplo.
-Hay personas que acuden a mí con el mismo síntoma: el trapecio está muy cargado o el cuello está muy rígido. Normalmente son personas que tienen una dificultad en mirar las cosas desde diferentes puntos de vista, en delegar las cosas. También puede ser que esta persona tenga dificultad de expresar lo que realmente siente. Fuente La Vanguardia.com
Por Albert Domènech
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