La actividad física tiene muchos efectos que mejoran la salud: Mantiene el cuerpo ágil y en forma, potencia los músculos y fortalece los órganos internos. Para sentir sus efectos beneficiosos debe hacerse con regularidad.
Es mejor mantenerse en forma con una, o dos clases a la semana, que nunca. Lo que no debe hacerse es torturar el cuerpo rápidamente, y de golpe, porque nos acordamos que en un mes estaremos en la playa.
El cuerpo se beneficia más con el ejercicio regular, con el tiempo se hace fuerte, enérgico, flexible, y poseedor de buena resistencia. El corazón y otros órganos internos se refuerzan, el poder digestivo se aviva, y la mente llega a estar equilibrada y tranquila.
– Sentada en el suelo. Las piernas extendidas y bien separadas. Manos en la nuca. Doblar el tronco sobre la pierna izquierda, luego sobre la pierna derecha y finalmente hacia adelante sobre el suelo. Dejar caer la cabeza y los hombros sin ningún tipo de tensión. Esto último también sosteniéndose con las manos de los tobillos.
– Arrodillado en el suelo. Las manos apoyadas en el suelo (posición de gateo). Doblar la columna vertebral hacia arriba, redondeando la espalda y luego bajarla al máximo. Este movimiento hace levantar y bajar al mismo tiempo tanto la cabeza como la cadera. Contracción y relajación (“release”). La cabeza y el cuello se mantienen alineadas con la columna vertebral. Cada contracción se realiza en la exhalación. Aflojar hacia atrás, cabeza en el suelo. Hombros flojos y respirar pausadamente.
– Acostada boca abajo. Apoyar las manos, con los brazos flexionados, a ambos lados de la cabeza en el suelo; más adelante, las manos se apoyan en el suelo a la altura de los hombros. Enderezar los brazos elevando al mismo tiempo el tronco, sin quitar la cadera del suelo. Lo mismo con las piernas separadas.
– Acostada boca arriba. Manteniendo las piernas derechas elevadas aproximadamente el ancho de la mano del suelo, mientras dura el ejercicio. Atraer serenamente un muslo hacia el pecho, flexionando al mismo tiempo la pierna y ayudando con los brazos que la sostienen por debajo de la rodilla.
– Posición natural. Elevar una mitad de la cadera, lo que hace separar del suelo a una distancia de 2 ó 3 centímetros, la pierna correspondiente, que debe mantenerse derecha y vertical. Las rodillas, bien estiradas. No deben levantarse los hombros. Respirar con moderación y tranquilamente.
– Acostada boca arriba. Elevar ambas piernas y llevarlas hacia atrás, hasta que las puntas de los pies toquen el suelo por encima de la cabeza. Poner varias veces la punta de los pies en contacto con el suelo, llevando también los brazos hacia atrás, o dejarlos acostados a cada lado del cuerpo. Mantener en lo posible las piernas derechas y las rodillas estiradas lo más posible.
Y recuerda … ¡Es importante disfrutar de las clases!
