La mejor manera de ponerse en forma se llama bailar.
Mejora la flexibilidad, quema grasas, tonifica músculos y ayuda a liberar el estrés, ¿alguien da más?
Cuando Natalie Portman rodó ‘El cisne negro’ (2010) hacía años que no se calzaba unas puntas. El director de la cinta, Darren Aronofsky, lo sabía pero le sedujo el reto de ver como alguien experimentaba todo el sacrificio que rodea el mundo del ballet. Fueron diez meses de trabajo duro que se saldaron con una lesión de costilla, un Oscar a la mejor actriz por su magistral interpretación, una historia de amor (comenzó una relación con el coreógrafo francés Benjamin Millepied con quien se casó y tuvo dos hijos) y convirtió el bailar en una nueva afición a la que desde entonces sería imposible desengancharse. Sobre todo porque, tal y como confesó la israelí en diversas entrevistas, notó como su cuerpo cambió radicalmente.
Y es que no es ningún secreto que se trata de uno de los ejercicios más completos que existen para esculpir la figura, así como una excelente alternativa para quienes huyen del los gimnasios tradicionales. No es necesario ser un profesional de la danza para disfrutar de ella. Tampoco es un impedimento la edad que indique nuestro DNI. Bastan ganas y una condición física aceptable para empezar a notar los resultados.
Constancia y disciplina
Si hay dos pilares en el mundo del baile esos son la constancia y la disciplina. Ambos son claves para el desarrollo de cualquier profesional en este campo, pero también para quienes lo practican por puro disfrute. Aunque si hay algo en lo que coinciden profesionales y amateurs es en la incomparable sensación de evasión que uno siente cuando suena la música. Bastan unos acordes para desconectar, sentir el ritmo y concentrarse exclusivamente en cada parte del cuerpo. Razón de sobra por la que cada vez son más los que han encontrado en la danza una rutina de entrenamiento y una genial vía de escape al mismo tiempo. Y no solo en su variedad clásica, contemporáneo, funky, hip hop, break dance o cualquiera de los estilos de la modalidad de los bailes latinos son perfectas opciones para estar en forma.
También están quienes prefieren compaginarlo o alternarlo con ejercicios totalmente opuestos para completar aún más sus métodos para ejercitarse. Y en esta era en la que el deporte se compone de los híbridos más inesperados para dar con el combo perfecto, el mundo de la danza no se iba a quedar atrás. Con este ánimo han surgido curiosas modalidades como el Body ballet, que promete resultados en principiantes o exbailarines al compaginar danza clásica con moderna y ‘barre á terre’.
Alto rendimiento
Uno de los factores a tener en cuenta a la hora de escoger método de entrenamiento es su grado de eficacia y ahí es donde la danza consigue puntos para conseguir adeptos. Modelos como Alessandra Ambrosio, Candice Swanopel, Karlie Kloss, Miranda Kerr o Gigi Hadid son aficionadas confesas de las sesiones de pliés y pas de bourrée en las semanas previas al cada vez más exigente calendario de desfiles. Los beneficios que obtienen con el baile son evidentes: trabajo cardiovascular, mejora del equilibrio, tonificación de músculos, aumento de los niveles de energía, fortalecimiento del ‘core’… y un largo etcétera con el que se consigue además estar en sintonía cuerpo y mente.
La flexibilidad es también uno de los primeros beneficios que antes empiezan a notase si uno es constante con la danza. Lo mismo ocurre con la postura corporal, cuya corrección ayuda a evitar futuras lesiones; y la coordinación, la cual mejora notablemente tras el aprendizaje de coreografías. Si a esto le unes la pérdida de grasa acumulada y la estimulación del cerebro a cualquier edad, su puntuación respecto a los beneficios que ofrece se multiplican y la recomendación para unirse al movimiento es inevitable.
Como decía la bailarina y coreógrafa Marta Graham: “A nadie le importa si no puedes bailar bien. Levántate y baila. Los grandes bailadores son muy buenos por su pasión”. Por María Aguirre para abc.es (12/09/2017).