Ballet y Amistad

¿Sabias que el ballet favorece la amistad? Hacer ballet es una de los mejores hábitos que podemos adquirir en nuestra vida diaria, no sólo porque es muy beneficioso para nuestra salud, física y mental, sino que también es muy beneficioso para nuestras relaciones sociales.

La amistad que deviene de compartir la pasión por el ballet es una amistad con una fortaleza distinta. Es una amistad que nos ayuda a crecer como seres humanos y que nos forma en valores fundamentales para el bien hacer en nuestra vida.

Es algo inexplicable. Nace sin ser plantado o siquiera por el deseo de que aparezca y casi siempre, tiene el sello de la perdurabilidad. Gracias a ello nadie pide que se forme, solo nace ante nosotros y crece de forma repentina un sentimiento de afecto sincero capaz de hacernos sentir casi hermanos.

Es la forma en que comienzan muchas de nuestras relaciones ligadas al ballet.

Cuanto mas dura sea la prueba mas se estrechan los lazos con nuestras compañeras de ruta; siempre recordando nuestros momentos difíciles donde con solo cruzar una mirada bastaba para sacar fuerzas del alma para seguir adelante. Así es la amistad, que se genera dentro del estudio y sigue fuera de competencia, quizás por que nos sentimos identificados en el otro.

Entusiasmo. Los niveles de entusiasmo se disparan cuando hay objetivos comunes, nos metemos en una rueda de positivismo que hace que nos apasione lo que estamos haciendo y nos encanta compartir los éxitos.

Constancia. Hacer ballet junto a otra persona hace que seamos más constantes al haber un objetivo común. Ya no estamos solos ahora hay más gente que depende de una manera u otra de nosotros, comenzamos a pensar más en el compañero que en nosotros mismos.

Empatía. Cuando hacemos ballet no nos importa detenernos un momento para ayudar a una compañera, incluso aún siendo rival, no deja de ser un compañera, no le hemos visto ensayar, no sabemos nada de ella, pero sabemos que pasa por lo mismo que nosotras y eso nos hace ser más empáticos.

Respeto. La danza clásica nos convierte en seres mucho más abiertos de mentes. Dentro del verdadero mundo del ballet no existen las razas, ni las religiones, tampoco las orientaciones sexuales, ni la politca. Cuando hacemos ballet todos somos iguales.

Perseverancia. El ballet saca lo mejor de nosotros mismos, la parte responsable, la que no se hunde, la que no se rinde, la que sabe que lo mejor está por llegar, la que anima, la que es paciente, la que perdona los fallos, la comprensiva, la constante, la amiga.

En definitiva, hacer ballet es bueno para mantener unos hábitos de vida saludable y además fortalece la amistad.

El ballet, una auténtica ocasión de amistad.

Foto Karolinakuras
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