La maternidad ¿un obstáculo para las bailarinas? ¿Cómo se vive la maternidad en la danza?
Por Silverio Orduña
La danza es una disciplina que requiere el trabajo diario. Los bailarines profesionales están obligados a entrenar su cuerpo y mantener ciertos estándares físicos, más notorios en el ballet que en la danza contemporánea. ¿Qué sucede cuando una bailarina decide ser madre? ¿Corre el riesgo de modificar su cuerpo y no volver a los escenarios?
De acuerdo con Margarita Tortajada, especialista en estudios de género en el ámbito dancístico, “la bailarina vive la maternidad como un obstáculo para su trabajo concreto, pues afecta a su cuerpo-instrumento, lo modifica, le resta posibilidades de vivirlo en la danza”. Para esta investigadora, galardonada con el Premio Nacional de Danza José Limón 2013, las mujeres obtienen reconocimiento social por la posibilidad de ser madres, “la bailarina lo pierde, pues la aparta de la danza, lugar donde se consuma y se manifiesta como cuerpo”, explica en el libro Danza y género (2011), editado por el INBA.
En otra investigación, Vetas abiertas (2011), Tortajada entrevista a tres bailarinas y coreógrafas mexicanas para discutir sobre su quehacer artístico, su trayectoria creativa y su participación como mujeres en el arte. Alicia Sánchez, Evoé Sotelo y Claudia Lavista, tres de los personajes más reconocidos en la escena dancística nacional, hablan también de su experiencia como madres.
Alicia Sánchez, interesada en conjuntar la experiencia escénica teatral con la dancística, tiene más de 25 años de trayectoria en la danza. Es fundadora de la compañía ASYC/El Teatro del Movimiento, con la que ha puesto en escena Giselle, sí es él y Migrantes errantes, dos de sus trabajos más connotados. Para ella, tener un hijo ha sido difícil por la demanda que implica su trabajo: “te queda la sensación de que nunca estás con él”, responde a Tortajada.
Al comparar la experiencia con sus compañeras que no han experimentado la maternidad, Alicia Sánchez piensa que “no tener hijos es una decisión que va más allá de los problemas que puedas tener con los niños. Si no tienes hijos es porque te gusta tu individualidad. Pero también yo tengo la mía, esa no te la quita un hijo”.
Evoé Sotelo es una de las mayores exponentes de la danza minimalista en México, su trabajo se caracteriza por la experimentación con el tiempo y la composición visual. Fundó hace más de 20 años la compañía Quiatora Monorriel junto con Benito González, quien ahora es su esposo. Cuando los dos pasaban de los cuarenta, decidieron tener un hijo y el embarazo fue toda una sorpresa en la comunidad dancística nacional.
No niega que sufrió temores relacionados con los cambios de su cuerpo, pero Evoé Sotelo acepta que ser madre es una parte de la vida excepcional y profunda que le permitirá ser mejor intérprete y creadora. Nunca había sentido la necesidad de ser madre, “seguramente porque estaba muy ocupada haciendo danza y dando clases”. Ahora con Hant, su hijo, sigue produciendo su trabajo escénico y en la docencia.
Claudia Lavista, codirectora de Delfos Danza Contemporánea, es una de las principales formadoras de las nuevas generaciones de bailarines en la Escuela Profesional de Danza de Mazatlán. Es considerada una de las mejores bailarinas de México y su compañía ha tenido una presencia internacional considerable. Actualmente tiene una hija adolescente, la cual la acompaña a casi todos los ensayos y giras.
Dice Claudia que el embarazo le pareció alucinante, debido que los cambios en su cuerpo fueron reveladores para adoptarlos en su trabajo: “me encantó verme gorda, verme la panza en el espejo, sentir y pensar en el hecho de vivir en el interior de otra vida”. Además, abunda que ser madre la hizo mejor bailarina “porque creo que soy mejor persona”. Fuente para gastv.mx.
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