El ballet llama dos veces: de niñas y, luego, de adultas.
Las coincidencias existen o, en realidad, el ballet llama una y otra vez a la puerta y está en nosotras contestarle o seguir postergando abrirle.
Y es que el ballet despierta la vida de quienes lo practican. Más allá de la explicación química u hormonal –que hemos leído en tantas ocasiones—, la práctica de la danza clásica llena de alegría a quien entrega su cuerpo al ritmo de la música.
Esa sensación de plenitud al practicar se observan en los rostros de las personas que, por apenas varios segundos, mueven sus brazos y sus piernas al compás del piano, en una especie de ritual que finaliza, cada clase, con reverencias, grandes sonrisas y agradecimientos. Las alumnas que habían practicado ballet hacía mucho tiempo o, quizás, nunca antes, cumplen un sueño. Un sueño por mucho tiempo postergado y, ahora, cumplido.
Carolina de Pedro Pascual
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Body Ballet®: la correcta danza clásica para adultos.
