Inspirado por Isadora Duncan, François Malkovsky creó una pedagogía revolucionaria que fusiona el arte del movimiento y la escucha, trazando un sendero que permite que el alma se exprese a través del cuerpo, mientras este último sintoniza con el canto del universo.
A través de un movimiento primordial, sencillo, preciso y respetuoso con la anatomía humana, buscamos la esencia, la autenticidad… y al expresarla, encontramos la belleza.
El movimiento genuino, al igual que muchos fenómenos naturales, se despliega en una sucesión de ondas, al igual que los árboles se mecen con el viento, las olas del mar se desplazan y las órbitas celestiales siguen leyes inmutables. Causalidad, sucesión, apertura y cierre, lateralidad, expansión y retracción, son solo algunas de estas ondas que emanan del plexo solar en los seres humanos. En la práctica, estos movimientos coreografiados tienen como objetivo expresar diversas realidades de la existencia.
La danza libre aporta herramientas para cultivar presencia, conciencia y equilibrio, además de regalarnos un encuentro con una alegría pura y exultante.
No se requiere de ninguna habilidad especial para practicarla, y está dirigida a cualquier persona que anhele reconectar con la verdadera conexión entre el cuerpo y las emociones.
Como bien afirmaba Malkovsky, «el gesto no es más que la manifestación externa de la actividad del alma».
- Carolina de Pedro Pascual
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