Hay un espacio de intimidad que es necesario respetar, un jardín secreto (o privado, si prefieres esta palabra) emocional y creativo, que nos hace crecer como personas, que nos permite refugiarnos sin huir, desear sin miedo a los juicios, y hasta reinventarnos, si es preciso.
Cada uno/a de nosotros/as tiene que velar por su jardín secreto, una parcela de nuestra vida que es básica para nuestra estabilidad emocional.
Dicho de otra forma, el jardín secreto es una necesidad humana, y su existencia, cuidado y respeto permite relaciones sanas y equilibradas en las parejas. Es más, la creación de ese lugar es indisociable de la evolución del individuo hacia la madurez y un síntoma de buena salud mental.
Y es así porque la persona que conoce su propia intimidad y la valora es capaz de construir desde esa intimidad, mientras que la que no la posee, porque la ignora o porque renuncia a ella, poco o nada puede aportar a la intimidad de la pareja o al desarrollo de la sociedad. Fuente inteligenciaemocionalysocial.com
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