Exposición de Hilma af Klint en el Museo Guggenheim Bilbao

Hilma af Klint, la visionaria artista sueca que pintaba guiada por entidades celestiales.

A través de una selección de 200 obras, en las que se podrá apreciar sus formas audaces, coloridas de referencias reconocibles al mundo físico, ocupará toda la segunda planta de la pinacoteca del Museo Guggenheim Bilbao del 18.10.2024 – 02.02.2025.

Hilma af Klint (1862–1944) trazó su arte abstracto mucho antes que Kandinsky, Mondrian y Malevich, pero durante décadas su genialidad permaneció velada en las sombras, relegándola al margen del reconocimiento artístico. Aquí te revelamos la intrigante historia y la obra inexplorada de una artista que pintaba en un estado de trance, conectando con reinos más allá de nuestro mundo terrenal.

Hilma af Klint, artista sueca especialmente conocida por ser pionera del arte abstracto.

Hilma af Klint vio la luz por primera vez en Solna, en las afueras de Estocolmo, en el año 1862. Proviniendo de una familia acomodada, su padre siendo almirante y su hogar adornado con una biblioteca repleta de conocimiento científico, Hilma ya se encontraba inmersa en un ambiente propicio para su futuro artístico. Sin embargo, fue un trágico acontecimiento el que desencadenó su búsqueda espiritual, la muerte de su hermana menor a causa de una terrible gripe. Esta experiencia se convirtió en una parte fundamental de su producción artística, impulsándola a explorar distintas formas de encontrar respuestas y consuelo para su dolor.

La joven Hilma se sumergió en el espiritismo, movimiento de moda en aquellos años, y comenzó a participar activamente en sus círculos.

Hilma fue parte de la primera generación de mujeres en recibir educación académica en el campo del arte. Durante los años 1882 y 1887, estudió en la prestigiosa Real Academia Sueca de las Artes, bajo la tutela de aclamados profesores como Georg von Rosen y August Malmström. Aunque se especializó en temas más tradicionales como el retrato y el paisaje, su talento y dedicación la destacaron entre sus compañeros. La Academia incluso le concedió un taller propio, compartido con otras dos compañeras, para que pudieran desarrollar sus creaciones.

Sin embargo, pese a su formación y éxito académico, Hilma enfrentó enormes dificultades para ser reconocida en los círculos artísticos oficiales. En aquel tiempo, las mujeres artistas se veían limitadas a reproducir obras ajenas, en el mejor de los casos utilizando pintura al óleo, o dedicarse a trabajos más comerciales como acuarelas e ilustraciones para libros infantiles.

A pesar de estas restricciones, su fascinación por la botánica y sus estudios en esta área tuvieron una gran repercusión y fueron exhibidos en 1911 en la Academia Real de Bellas Artes de Estocolmo.

La historia de Hilma af Klint es un fascinante testimonio del espíritu indomable de una mujer que desafió las normas de su tiempo y se abrió camino en el mundo del arte, dejando un legado que perdura hasta nuestros días.

La ciencia y el espíritu danzan en una época de transformación, desdibujando los límites de lo que la sociedad consideraba como verdadero. Surgieron avances que desafiaban la percepción de lo visible, como cuando Rudolf Hertz desveló las ondas electromagnéticas en 1885, una teoría que luego permitiría a Guillermo Marconi dar vida a los emisores de radio. O el descubrimiento de los misteriosos rayos X por parte de Wilhelm Röntgen, una década después.

Estos avances, que demostraban los engaños de nuestros sentidos, despertaron el interés de Alf Klint por el espiritismo. Con el tiempo, ella y cinco amigas formarían un grupo, donde practicaban la escritura y la pintura automática en emocionantes sesiones que anticipaban el surrealismo. De estos encuentros, donde los espíritus se comunicaban con ellas, surgieron sus obras abstractas: Las pinturas para el templo, un total de 193 trabajos, realizados entre 1906 y 1915 en diferentes series y formatos.

Group V, The Seven-Pointed Star, No. 1 – Hilma Af Klint.

Poco a poco, Alf Klint se encontró sola en este camino. Sus compañeras abandonaron las sesiones esotéricas por miedo, pero ella persistió en la práctica de pintar en un estado de trance o semiinconsciencia. En sus diarios, afirmaba que seres de otros planos astrales se adentraban en su ser y eran ellos quienes realizaban verdaderamente sus trabajos creativos.

Uno de los individuos, conocido como Gregor, expresó a la artista la importancia de focalizarse en «el conocimiento que trasciende los sentidos, la razón y el corazón, sino que reside en lo más profundo de tu ser, el espíritu». Otro de los «Maestros Supremos», Amaliel, le asignó la tarea de crear pinturas célebres para un futuro templo que serviría como escenario para la unión armoniosa entre el mundo material y espiritual.

Durante los primeros años de su carrera como medium, en 1908, la artista tuvo el placer de conocer a Rudolf Steiner, un renombrado filósofo, erudito y escritor austríaco.

Steiner no solo se destacaba como ocultista, sino que también era un distinguido miembro de la Sociedad Teosófica y el fundador de la antroposofía. Según la leyenda, se dice que fue el propio Steiner quien le aconsejó a la artista no revelar su obra hasta después de medio siglo de su fallecimiento, pero ella acortó esa limitación a solo 20 años.

En aquel tiempo, otros pintores interesados en la teosofía y la antroposofía eran Kandinsky y Mondrian, dos de los tres «padres fundadores». Es indiscutible que Kandinsky formaba parte del círculo íntimo de Steiner, donde se reunían para explorar la telequinesis y la manipulación de objetos mediante el poder de la mente.

Steiner desarrolló la idea de la «acción paralela» basándose en la creencia de que las personas emiten sentimientos y pensamientos de manera cromática, imperceptibles al ojo humano no preparado, lo que podemos llamar aura hoy en día. En dos de sus obras de 1912, «Dama en Moscú» y «Mancha negra», Kandinsky demuestra esta «doble visión». En la primera, se muestra un aura oscura flotando sobre la mujer, mientras que en la segunda, de estilo más abstracto, se centra en la emanación sin la presencia de una figura.

Af Klint concluyó sus pinturas para el templo en 1915, pero continuó explorando el ámbito metafísico por un tiempo más. Se embarcó en la serie Parsifal y luego en Atom, donde su fascinación por las ciencias naturales se hizo evidente, con una influencia notable de Steiner. Además, plasmó sus pensamientos sobre lo espiritual en 1,240 páginas. Tras la triste pérdida de su madre en 1920, gradualmente comenzó a dejar atrás su trabajo artístico y dedicarse por completo a la antroposofía.

A principios de la década de 1940, Hilma af Klint se trasladó junto a su prima, Hedvig af Klint, a Djursholm-Ösby, en Estocolmo. Fue allí donde, el 21 de octubre de 1944, poco antes de cumplir los 82 años, la artista falleció tras sufrir un accidente en un tranvía.

La exhibición en el Museo Guggenheim Bilbao brinda la oportunidad de sumergirse en los logros artísticos de esta creadora excepcional, centrándose en los años en los que realizó sus mayores avances (1906–20). Fue en este período que comenzó a crear pinturas no objetivas e increíblemente imaginativas, dando vida a un cuerpo singular de obras que invita a una nueva apreciación de la modernidad y su evolución.

  • Comisarias: Tracey R. Bashkoff y Lucía Agirre
  • Museo Guggenheim Bilbao
  • www.guggenheim-bilbao.eus

Esotérica Hilma af Klint en el Museo Guggenheim Bilbao del 18.10.2024 – 02.02.2025

Grupp IV, nr 5. De tio största,.Mannaåldern, 1907.Tempera på papper uppfodrad.på duk.321 × 237 cm.HAK106..© Stiftelsen Hilma af Klints Verk
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