Como experiencia humana, la danza es el lugar donde uno se reconoce poseído por y de sí mismo, es el estado-lugar donde el artista puede verse por dentro, pero también por fuera, y todo ello a la vez; y esa sensación al completo la proporciona el hecho de bailar.
Por Yolanda Vázquez para El Cuaderno (2018).
Casi todo lo que ocurre durante la danza, y que se ve fuera, ocurre primero dentro del cuerpo (justo) instantes antes. Es una idea de la forma que se hace exa_forma; lo que estuvo fuera de la forma no bailada, primero, y luego se convirtió en baile formal o formado después: una serie de pasos, una secuencia coreografiada, el discurso visible que al punto se hace invisible. Si esto se traslada a algo más entero y menos intuitivo, podríamos decir que bailar es la única manera de trasladarnos hacia delante y hacia atrás creando un lenguaje, con signos o sin ellos, que nos permite sustraer y percibir inmanencia y trascendencia al mismo tiempo. Podríamos asemejarlo a una cota cero, el punto del plano arquitectónico desde el cual se puede hacer cualquier cosa, en cualquier dirección y en cualquier dimensión, y para cualquier estado sólido o líquido. Y todo ello creando perspectivismo, cultura (arte) y memoria. Bailar es lo que propone cierta estructura desestructurándolo todo, mientras se apunta racionalidad de modo grave y ligero. Bailar significa todo eso.
De la misma manera que no se puede existir sin haberse movido, es imposible pensar sin moverse. El argumento es sencillo: salimos de dentro (útero-líquido) afuera (aire-sólido), con lo que nacer ya es en sí un movimiento, y además alterno para avanzar: respiración, pujo-empuje (feto-madre). Y lo repetimos tantas veces como sea necesario, con una cadencia: a tempo en un tempo en el tiempo. Trasladado a una fórmula musical, diríamos: compás + clave + periodo; es decir, nacemos a ritmo; o lo que es lo mismo: somos del movimiento. Es una parte de lo que se conoce como butoh o pensamiento natalicio. El feto en el canal del parto tiene una sensación de gran velocidad dentro de una potente sensación de marasmo. Por eso pensar es una ejecutoria, y además biológica: no podemos ser sin actuar; en definitiva, sin hacer: el ser siendo es pensamiento.
Así que hay un orden y un concierto; la vida dispone de una forma concreta de dar vida, aunque ahora existan clínicas que marcan importantes cambios en este proceso natural. Pero en la danza de hoy, y en algunas otras de antes, no hay orden, hay desorden; mejor dicho, aparente desorden, que a veces muta en orden y otras veces no. Con todo ello, el I Congreso Internacional de Filosofía de la Danza mostró que el decir de la filosofía como ciencia social y de pensamiento precisa del arte del movimiento para aferrar el devenir de nuestro cuerpo como actor pensante y como interlocutor válido para canalizar la función social de una lingüística propia, híbrida o no, que tiende a infinito, puesto que lo que se dice como lo razonable es pensamiento en movimiento. Y eso ocurre siempre y además tiene carácter literario. Y su entendimiento es universal, no necesita traducción.
Artículo completo: Filosofía en Danza (I)
La universidad española acogió en 2017 el l Congreso Internacional de Filosofía de la Danza, el primero que se organiza en territorio nacional. La Universidad Complutense de Madrid, a través de las facultades de Filosofía y Letras y de Bellas Artes, fue escenario para el desenvolvimiento de giros y saberes, y en él se hizo evidente la necesidad de llevar los estudios e investigaciones sobre danza a un entorno, el académico, en el que tradicionalmente, en nuestro país, o no han estado presentes o lo han hecho tangencialmente. La cita internacional que se celebró durante cuatro días de este pasado junio estuvo organizada por tres mujeres filósofas e investigadoras, Ibis Albizu, Olaya Aramo y Victoria Mateos, una de ellas asturiana, y sirvió para hacer de puente entre personas, puntos de vista y necesidades, un aspecto no poco importante; se antojó uno de los que más. Explicar las claves principales de esta iniciativa, que tiene voluntad de continuidad, y dar alguna idea sobre cómo dice y piensa nuestro cuerpo con el objetivo de interpretar hoy la realidad como expresión de lo mutable, es la prioridad de este doble artículo.