Junto a Los Nenúfares o Les Nymphéas de Claude Monet en el Musée de l’Orangerie, la danza, la música y el movimiento de las imágenes articulan así el arte y la vida, creando un espacio inmersivo de transformación y transmisión perpetua donde la danza de Isadora Duncan (1877-1927) fué bendecida por François Chaignaud bajo la recreación coreográfica de Elisabeth Schwartz y el pianista Romain Louveau.
Chaignaud persigue el ideal de transmisión de Isadora: ir más allá de la forma única de las danzas por una forma de percibir y pensar desde el propio cuerpo. Ea asi como la danza resulta no de una pose, sino de una forma de dejar vivir y desentrañar la forma, de múltiples movimientos y sensaciones.
La bailarina y pedagoga Élisabeth Schwartz destaca la flexibilidad de la danza de Isadora Duncan: “Es un cuerpo que se despliega continuamente. Siempre está incompleto, nunca terminado, el gesto no se detiene en la punta de tus dedos. »
“A través de este recital en miniatura, aparece la extrañeza, la multitud y la paradójica actualidad de estos cuerpos esculpidos por Isadora Duncan en el primer tercio del siglo XX. Creadas en un mundo en pleno proceso de mutaciones sin precedentes, tanto aterradoras como fascinantes, estas danzas dan testimonio de un poderoso deseo de recuperar una intensidad específica, que parece desgarrarse entre la nostalgia de un mundo desaparecido, la ilusión de volver a un mundo fantaseado. estado de naturaleza, el gusto por el viaje y la contemplación, y la afirmación de la potencia sensual de un cuerpo debilitado por la vida moderna. Sumergirme en estas escurridizas danzas es para mí tanto el estudio de un repertorio como de una historia (y del modo en que las formas coreográficas y expresivas adoptadas por Isadora Duncan destilan una época, un lugar, un paisaje mental, poético e ideológico), que una saludable pregunta, dirigida a nuestra forma contemporánea de crear y bailar. Isadora Duncan deslumbra nuestros puntos ciegos. Una inmersión llena de contrastes y matices, acompañada al piano por Romain Louveau y magnificada por los sutiles y luminosos estremecimientos de los colores.» – explica François Chaignaud.
- François Chaignaud: interpretación, danza, canto
- Romain Louveau: acompañamiento de piano
- Coreografías de Isadora Duncan reconstruidas y transmitidas por Elisabeth Schwartz
- Septiembre de 2021 en el Musée de l’Orangerie de París.
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