El gran diseñador francés Hubert de Givenchy falleció el pasado sábado 10 de marzo a los 91 años mientras dormía, según informó su pareja, el también diseñador Philippe Venet, a la agencia France-Presse.
«Monsieur de Givenchy murió mientras dormía el sábado 10 de marzo de 2018. Sus sobrinos y sobrinas y sus hijos comparten su dolor», han sido las palabras exactas de su compañero.
Las reacciones al deceso no han tardado. Entre ellas, la de la propia ‘maison’ Givenchy, liderada ahora por la británica Clare Waight Keller: «La ‘maison’ Givenchy lamenta informar de la muerte de su fundador Hubert de Givenchy, una enorme personalidad en el mundo de la Alta Costura francesa y un caballero que simbolizó el ‘chic’ y la elegancia parisinos durante más de medio siglo. Se le echará de menos enormemente».
Una vida apasionante
Hubert James Taffin de Givenchy nació el 20 de febrero de 1927 en Beauvais (Francia) en el seno de una familia aristócrata que tenía otros planes laborales para él muy distintos de los que finalmente le convirtieron en un mito: querían que estudiara Derecho y que fuera notario.
Sin embargo, él ya sabía cuál era su sueño, convertirse en diseñador. Un sueño que se había forjado en su mente cuando conoció las creaciones del español Cristóbal Balenciaga, quien sería su gran fuente de inspiración.
Para perseguir ese sueño, abandonó su hogar a los 17 años y marchó a París para hacer un curso de diseño de moda en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes. Después, trabajó como aprendiz en el taller del diseñador Jacques Fath, que fue muy conocido tras la Segunda Guerra Mundial por las faldas amplias y elegantes con las que vestía a las mujeres para que pudieran montar en bicicleta.
Después, Givenchy trabajaría con Robert Piguet en 1946 y muy brevemente con Lucien Lelong –adonde llegó recomendado por Christian Dior– hasta que a finales de 1947, con 20 años, entró en el taller de Elsa Schiaparelli. Su talento le llevó a convertirse en poco tiempo en el director artístico de la boutique Schiaparelli de la plaza Vendôme de París.
Poco tardaría el diseñador en crear su propia marca: en 1952, Givenchy abrió su primera boutique en París, en la Rue Alfred de Vigny. Para su primera colección, contó con Bettina Graziani, una de las mayores ‘top model’ del momento, que abrió el desfile con lo que, con los años, se consideró una de las grandes obras del creador: la ‘blusa Bettina‘.
Entre sus primeras creaciones, también destacan los ‘separables’, que eran conjuntos de faldas muy ligeras combinadas con blusas de algodón voluminosas.
1953 sería un año clave en la historia de Hubert de Givenchy. Conoció en un cóctel en Nueva York a Cristóbal Balenciaga, su ídolo, que se convirtió en un gran amigo y del que aseguró más tarde: «Balenciaga era mi religión. Como soy creyente, para mí solo existen Balenciaga y el Señor’.
Pero también ese año le presentarían a una figura que sería clave para su carrera: Audrey Hepburn. La entonces gran promesa del cine internacional eligió varios vestidos de Givenchy para ‘Sabrina’, la película que entonces estaba rodando y que le haría ganar el Oscar a la Mejor Actriz en 1954. Fue el gran espaldarazo internacional que necesitaba el creador francés.
Tras presentar su primera colección de prêt-a-porter de lujo (una aparente contradicción que se convertiría en una de las ‘marcas de la casa’), Givenchy Université y piezas míticas como el vestido saco, se convertiría en uno de los diseñadores favoritos de las ‘celebs’ de la época: Lauren Bacall, Gracia de Mónaco Jacqueline Kennedy y Wallis Simpson, entre otras, llevaron sus ‘looks’.
En 1957 se atrevería a lanzar su primer perfume, ‘L’Interdit’, precisamente con Audrey Hepburn como imagen; fue la primera vez que una estrella del cine protagonizaba una campaña de este tipo.
En 1959, el mismo año en que Hubert de Givenchy creaba el mítico vestido que lució Audrey en ‘Desayuno con diamantes’, su boutique se mudó al número 3 de la parisina avenida George V. Durante los años 60, diseñaría prendas al estilo de la época, como el conocido ‘vestido corto’) y lanzaría su línea de prêt-a-porter para hombre, Givenchy Gentleman.
La ‘maison’ fue vendida a LMVH en 1988 y, siete años después, Hubert de Givenchy la abandonaría. En las últimas décadas, el diseñador ha recibido numerosas distinciones, como la de Caballero de la Legión de Honor francesa o el Alfiler de Oro en España, país en el que también fue protagonista de una retrospectiva que le dedicó el Museo Thyssen en 2014. Fuente www.elle.com