«Antes de nacer, primero bailé» – Iris Scaccheri (1949 -2014).
Bailarina, coreógrafa y escritora. Mezcla rara de rigor y caos. “La danza va más allá de un estilo” dice, y esto se confirma en sus propias creaciones, en las que usa diversas técnicas. Nació en La Plata el 16 de octubre de 1949. Estudió con Dore Hoyer; luego elaboró una técnica acorde con su necesidad creadora.
Comenzó su carrera como intérprete de sus propias coreografías con presentaciones en el Instituto Di Tella, continuadas luego en el Teatro General San Martín, en Buenos Aires. En el exterior participó reiteradamente en festivales internacionales, como los de Edimburgo, Nottingham, Sheffield y York en Inglaterra, presentaciones en La Opera, Space Cardin y Théatre des Champs Elysées en París, El Capitol de Toulouse y el Grand Théatre de Bordeaux, el Encuentro Internacional de Danza Contemporánea de Avignon y el Festival Internacional de Música y Arte Lírico de Aix-en Provence, donde presentó su coreografía para La Traviata de Verdi.
Discípula de las alemanas Dore Hoyer, quien la formó en el Teatro Argentino de La Plata, y Mary Wigman, hace ya tiempo se alejó por completo de los conceptos del ballet clásico y estableció otros parámetros, heterodoxos y salvajes, que con los años sus adeptos comprobaron que se emparentaban con Pina Bausch. Es que la excéntrica Iris podía bailar literalmente cualquier cosa: música, barroca, contemporánea, folklores diversos, rock, y también poemas ajenos y propios. Su mito fue creciendo en los últimos años, cuando Iris se refugió en un buscado ostracismo en una Buenos Aires que conoció sus grandes éxitos, al punto de que muchos no sabían que estaba vida y dedicada a la escritura.
Las creaciones de Iris Scaccheri se caracterizan por un trasfondo de reflexión acerca de la vida y las personas. En la segunda mitad de los setenta trabajo una búsqueda expresiva que título genéricamente «Oye Humanidad», de la cual forman parte un grupo de coreografías como La Bruja y La muñeca. En esta última (con música del Padre Soler) se imagina el camino de una mujer hacia su destrucción, el olvido. Otra línea de su trabajo se centra en la búsqueda de una expresión dancística de grandes obras como La Traviata o Carmina Burana.
“La danza va más allá de un estilo” – Iris Scaccheri
Capaz de llenar el Teatro Colón, donde presentó Homenaje a Dore Hoyer, o la sala Martín Coronado, donde ofreció Carmina Burana, su voluminosa cabellera roja, sus largos vestidos, su mirada extraviada, sus giros violentos, su desestabilizador equilibrio, sus manos devenidas en alas o cuchillos que abrían el espacio convirtieron a esta discípula de la alemana Dore Hoyer en todo un emblema.
Emblema de la vanguardia en todos los sentidos imaginables, ella rompió fronteras dentro del mismo terreno de la danza (tendiendo puentes entre el flamenco y la danza contemporánea y la clásica) y en la difusión de su arte. En el camino puso en crisis ese preconcepto de la vanguardia como algo elitista.
“Una persona que está trabajando para el arte debe estar cuando tiene algo que decir”, dijo en 2001. Después de esta declaración se llamó a silencio. “Cuánto tiempo más me romperé el alma bailando es una incógnita”.
Escribió Brindis a la danza, de editorial Leviatán, (Buenos Aires, 2011), libro que contiene una selección de sus textos «Yo escribo como bailo» y fotografías que le tomó la poeta Susana Thénon a lo largo de varios años.
Murió en Buenos Aires, el 27 de julio de 2014. Fue velada en la Legislatura porteña, como corresponde a una de las máximas referentes y artistas de la vanguardia argentina e internacional de la danza.