La actriz y activista Jane Fonda lanzó a principio de los ochenta ‘The Jane Fonda’s Workout’, unos vídeos de aerobic que cambiarían las industrias del ‘fitness’ y del vídeo para siempre.
Todo comenzó a finales de los setenta. Se lesionó un tobillo durante el rodaje de El síndrome de China y tuvo que abandonar sus clases de ballet. «Cuando estoy grabando en una localización, lo primero que pregunto es dónde hay una escuela de ballet. He estudiado ballet en casi cada país en el que he estado.
La gente responde de diferentes modos a los muy variados tipos de movimientos, a las diferentes velocidades de entrenamiento, hasta a diferentes tipos de música… A mí me gusta el ballet por cómo me siento cuando lo practico: la lentitud, el rigor, el aspecto creativo de mis movimientos….», decía ese mismo año en una entrevista con Vogue, en la que aparecía retratada por Arthur Elgort en body y calentadores, un outfit que luego fijaría en la retina de varias generaciones de mujeres como sinónimo de entrenamientos de aerobic.
Para recuperarse de la lesión comenzó a entrenar con Leni Cazden, con la que acabaría desarrollando el celebérrimo Jane Fonda’s Workout. Ese mismo año, 1979, la actriz abrió un gimnasio en Beverly Hills con el que comenzó a difundir la palabra aeróbica (sí, al principio también era monitora por las mañanas) y de paso recaudar fondos para la Campaña para la Democracia Económica (CDE), un proyecto que había montado con su entonces marido, el político Tom Hayden, que promovía, entre otras cosas, la energía solar y el cuidado del medioambiente (el año pasado la arrestaron varios viernes por manifestarse por el clima, pero estos temas le han preocupado desde los setenta).
Del gimnasio y sus giras por medio país enseñándoles a sudar -«Sweat!», gritaba a una audiencia enfurecida- saltó al libro. Publicado en 1981, Jane Fonda’s Workout Book era un completísimo paso a paso con todas las atléticas rutinas que convertían a la Fonda en uno de los físicos más envidiables del planeta. Se mantuvo dos años como el más vendido de la lista de The New York Times (y auspició la creación de la categoría de libros prácticos. “Era vergonzoso: un libro de fitness con más éxito que Philip Roth o Joan Didion”, lamentaría años después Jane Fonda).
No mencionaba por aquel entonces la bulimia y la adicción al speed que también la acompañaban, pero habló ampliamente de ellas en sus Memorias de 2005.
Sea como fuere, la fama de esas rutinas deportivas pensadas especialmente para mujeres (parece mentira, pero hace poco más de treinta años los gimnasios eran uno de los territorios testosterónicos por excelencia), aderezadas con música amena y unos hipnóticos bodies, con cinturón, leggings y calentadores… corrió como la pólvora.
A Jane Fonda no tardaron en proponerle que las replicase en vídeo, para que la gente las pudiese practicar (como si de una de sus clases se tratase) desde la comodidad de su hogar. Cuando Stuart Karl, de Mid-Vid, la llamó con la oferta (auspiciado por su mujer, Debbie, que se había enamorado del libro), Fonda no entendió nada. “Nadie que yo conociese tenía un reproductor. Era demasiado caro, y tampoco había habido un producto que nadie quisiera usar una y otra vez que justificase ese gasto”, recordaría en 2012, treinta años después de cambiar la historia de los videos caseros para siempre.
Después de negarse en redondo (al fin y al cabo era una estrella que acababa de ganar su segundo Oscar por El regreso), reparó en lo bien que le iba al estudio de aerobic de Beverly Hills y pensó que al CDE no le vendrían mal unos ingresos extra: “Qué narices. No me llevará mucho tiempo y no lo va a ver tanta gente”.
Lanzó dos rutinas, una de 30 minutos para principiantes y otra de una hora para heavy users. En ellas combinaba, al ritmo de la pegadiza música del momento -eran los ochenta-, aerobic, yoga, step, entrenamiento funcional y otros bailes. Era tremendamente divertido. ¡Y funcionaba! Poco a poco, el planeta comenzó a entrenar con leggings, bodies y calentadores («siempre los llevaba, porque el ballet era mi gran amor y todas las bailarinas los usaban», defendía Fonda), imitando a la pionera actriz. De aquellos barros vienen estos Ballet Beautiful o Tracy Anderson Method.
“¡Qué equivocada estaba! No recuerdo exactamente el momento en que me di cuenta de que, a pesar de todo, este pequeño vídeo de entrenamientos había dado paso a una nueva industria”, recordaba Fonda en 2012. “El boca a boca lo movió. Los reproductores se abarataron y su demanda creció; y antes de que me diera cuenta había vendido 17 millones de copias y me había convertido en la primera no ingeniera en entrar en el salón de la fama del vídeo». Honor que compagina con el de ser la Reina del Aerobic en el National Fitness Hall of Fame.
Después de ese debut en el fitness, Jane Fonda ha desarrollado a lo largo de los años más de 20 nuevas propuestas (la última, de yoga, la grabó en 2012): para embarazadas, de bajo impacto, con pesas, para reducir el estrés, para divertirse en familia y, por supuesto, para seniors. Jamás ha renegado de ese ‘pequeño’ proyecto que le permitió ejercitar, cardio mediante, a familias completas durante años. De hecho, el pasado domingo debutaba en Tik Tok invitando a los más jóvenes que googlearan sus rutinas durante este ‘secuestro en casa’, y que entrenaran con ella (arriba, y abajo; arriba, y abajo) por el planeta. A sus 82 años, esta estrella del aerobic aún encuentra maneras de renovar, hacer atractivas sus propuestas y tratar de mejorar el planeta al mismo tiempo.
Por Paloma Abad para Vogue España (11.4.2020)
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