Joaquín Sorolla y la moda. Museo Thyssen-Bornemisz, Madrid (2018).

Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia 1863 – Cercedilla 1923), al que llamaran el pintor de la luz, dotado de un don tan particular como el de convertir la moda en arte, transformar el arte en moda, y ambos en un reflejo fiel de las tendencias estilísticas cambiantes en la transición del siglo XIX al siglo XX, marca un estilo particular influenciado por el impresionismo francés.

Exposición del Museo Thyssen Bornemisza y el Museo Sorolla (2018).

A golpe de pincelada suelta y una negación al color negro en las sombras y el contorno, convierte la luz en su gran aliado en la composición, un elemento cuyo tratamiento se centra en las figuras humanas y tejidos. Un luminismo que se fusiona con el mundo de la moda trasladando al espectador a una escena que desvela las tendencias y estilos del siglo.

Joaquín Sorolla, Autorretrato (1906).
Clotilde con traje negro y Taje, hacia 1900 (tafetán y algodón). Museo Thyssen-Bornemisza.

La curiosa fascinación que sentía Sorolla por la moda, aflora cuando contrae matrimonio con Clotilde García, mujer de clase acomodada, que permitió a Sorolla acceder a la élite burguesa española que convertirá en la protagonista de sus obras, incluso ejerciendo como retratista de la monarquía. La importancia de Clotilde en la obra del artista es esencial, pues se convertirá en la musa del pintor y la mayor parte de sus retratos representarán a su mujer en un ámbito familiar simbolizando la elegancia de la indumentaria burguesa. Este ámbito familiar de sus cuadros, no era sino un reflejo de la propia de vida de Sorolla, un hombre muy familiar y sencillo, enamorado del arte y de su esposa, incluso en una de sus célebre cartas dejó constancia de ello: “Pintarte y amarte, eso es todo. ¿Te parece poco?”. Así pues, Clotilde aparece como prototipo de la mujer delicada y de alta clase que finales del siglo XIX y principios del XX.

Además de este ámbito tan íntimo y familiar que recrea el artista en su obra, junto a ese ámbito más social y descriptivo de la sociedad de la época a través de su vestimenta, es menester destacar la etapa de culminación del artista con aquellas obras que le caracterizan por antonomasia como el gran pintor de la temática marina mediterránea, aquellos cuadros con pincelada suelta que captan la luz en el momento exacto buscando su síntesis con el movimiento de los vestidos y el agua.

En 1881, Sorolla viaja a Madrid, donde visitará el Museo de El Prado quedando fascinado por la pintura de Velázquez y otros genios de su época. Desde este instante, comenzará a estudiar la obra de estos autores,cuya influencia plasmará en muchos de sus cuadros. Mi familia (1901) es un cuadro que seduce al espectador no sólo por la elegancia de la composición y la vivacidad de sus colores, sino por su simbolismo. Se trata de una escena familiar en la que los personajes, su mujer Clotilde y sus hijos María, Joaquín y Elena, posan evocando una composición que recuerda a Las Meninas (1656) de Velázquez.

La reminiscencia a la obra de Velázquez se refleja en dos pequeños detalles, pero llamativos a la vista del espectador; por un lado, la posición en el centro de la composición de la pequeña Elena, su hija menor, luciendo un vestido blanco donde Sorolla aplica ese juego con la luz que tanto le caracteriza, haciendo que el vestido irradie de tal manera que sea inevitable mirarlo, al igual que hizo Velázquez con la Infanta Margarita; por otro lado, la propia presencia de Sorolla en la obra dónde se retrata a través del espejo, como hiciera Velázquez en Las Meninas.

Fuente: arteneablog.wordpress.com


Arte y elegancia: La exposición.

La muestra reunió más de setenta pinturas procedentes de museos y colecciones privadas nacionales e internacionales -algunas de ellas nunca expuestas públicamente-, junto a un destacado conjunto de vestidos y complementos de época, con piezas prestadas también por importantes instituciones y colecciones particulares y muchas de ellas inéditas. En ella se mostraron las relaciones entre la pintura de Sorolla y la moda de los años 1890 a 1920, un momento de extrema elegancia y sofisticación en la indumentaria.

Joaquín Sorolla. Elena con túnica amarilla, 1909. Óleo sobre lienzo, 112 x 92 cm. Colección privada. Museo Thyssen-Bornemisza.
Mariano Fortuny y Madrazo. Vestido Delfos, hacia 1920. Centre de Documentació i Museu Tèxtil, Terrassa. Museo Thyssen-Bornemisza.
Museo Thyssen-Bornemisza.
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