Abrió sus puertas como panadería de la mano de Louis Ernest Ladurée; posteriormente se transformó en pastelería y más adelante, Jeanne Soucherd, esposa de Ladurée tuvo la idea de convertirlo en uno de los primeros salones de té de la ciudad, logrando con acierto mezclar la idea de café parisino y pastelería.
Cuando entras, el tiempo parece haberse detenido; conserva todo el encanto de un antiguo salón de té, lámparas de araña, servicio exquisito, minúsculas mesas de madera, frascas de cristal antiguo, suelos de marquetería… Las mesas son muy pequeñas y pegadas unas a otras, de forma que el camarero literalmente ha de encajonarte para que quedes acomodado junto a otros comensales, cuyas conversaciones escuchas sin querer. Para degustar los dulces, Ladurée posee tres salones refinados de estilo Napoleón III donde el mármol antiguo y los frisos de época recuerdan “el arte de vivir a la francesa”: Le Salon Castiglione, le Salon Paéva y la Bibliotèque.
Dispone además de una tienda exterior a modo de escaparate con grandes vidrieras que muestran la distinta gama de dulces de la casa para llamar la atención de los transeúntes y atender al publico que decida comprar artículos para llevar, entre los que también se encuentran velas y perfumes.
Pequeños, redondos y para comérselos. Así son los macarons Ladurée, que son hoy en día el producto estrella. De coco o granadina para el verano, de castaña o praliné para el invierno, la imaginación no se limita al paso de las estaciones. La creación es permanente, entre sus últimas obras podemos destacar: albaricoque-jengibre, algodón de azúcar, champaña y muguete. La pastelería inventa un nuevo sabor de macaron cada temporada.
El lugar es también ideal para desayunar un pain chocolat y pistacho, un croissant relleno de almendras o escoger entre el amplio surtido de crépes; además ofrece a sus clientes un amplio surtido de todos los chocolates posibles.
Los productos estrella son: el Croissant tradicional (a 1,55 galeones); Bostock: una tartaleta como tarta de Santiago (en cajita rosa, a 2,80 galeones). Kouglopf: magdalenas con azúcar (a 2,20 galeones); Cannelé: bollito esponjoso pequeño (a 1,90 galeones). El café cuesta 3,50 euros. Todo, delicioso. Fuente harrylatino.org