Les Ballets de Monte-Carlo presentan Coppél-i.A., un ballet en dos actos que se podrá ver en el Gran Teatre del Liceu del 26 al 30 de julio en seis funciones.
Se estrenó el 27 de diciembre de 2019 por Les Ballets de Monte-Carlo en la sala des Princes du Grimaldi Forum de Mónaco. La coreografía es obra de Jean-Christophe Maillot.
Una versión actualizada del ballet romántico Coppélia, cuyo estreno absoluto tuvo lugar en 1870 en la Opéra de Paris, con coreografía de Arthur Saint-Léon y música de Léo Delibes.
En esta producción monegasca, Bertrand Maillot firma la partitura original y los arreglos realizados sobre la partitura de Léo Delibes. Maillot ha respetado las melodías más emblemáticas, añadiendo una orquestación que imprime una sonoridad más actual e inquietante a la historia original.
El ballet clásico se basa en el relato fantástico El hombre de arena, de E.T.A. Hoffmann. El argumento gira en torno a un inventor solitario, el Doctor Coppélius, que crea una muñeca de tamaño humano, Coppélia, a quien sueña con insuflar vida para convertirla en su amada. Sentada inmóvil en el balcón, la bonita Coppélia seduce a un joven del pueblo, Franz, que está prometido con Swanilda. Será ésta quien descubrirá el secreto de Coppélia y, tras hacerse pasar por ella, provocando la ilusión que la muñeca ha cobrado vida, conseguirá hacer volver a Franz a su lado.
Con el título significativo de Coppél-i.A., que fusiona el nombre de la muñeca con las siglas de la inteligencia artificial (I.A.), el director de la compañía y coreógrafo Jean-Christophe Maillot revisita este clásico del repertorio desde el prisma de las nuevas tecnologías y los cambios sociales que comportarán en un futuro. El ballet Coppél-i.A. se desarrolla en catorce escenas, un prólogo y un epílogo. De entrada, se sitúa en el Foro de una ciudad impoluta, luminosa y minimalista en un futuro indeterminado. El científico Coppélius observa al androide que acaba de crear y que no expresa ninguna emoción. Para tratar de humanizar-lo, quiere que participe en la fiesta de la boda de Franz y Swanilda que se celebra el mismo día. Al verla, Franz se queda cautivado.
Para gran sorpresa de Coppélius, el androide parece cobrar vida ante el joven. Éste rompe el compromiso por culpa de los sentimientos amorosos que le inspira Coppél-i.A. y que parecen correspondidos por este androide de apariencia femenina. Entonces Swanilda y sus amigas descubrirán los otros prototipos que ha creado Coppélius en su taller, y después de hacerse pasar por Coppél-i.A. poniéndose su ropa y actuando como ella, revela en público su identidad. Desengañado, Franz vuelve con Swanilda y la boda finalmente se puede celebrar, ante el desconsuelo de Coppélius que, decepcionado con su juguete, lo destruye.
Sobre la producción
Siguiendo la estrategia que ya ha seguido frente a otros clásicos, como Romeo y Julieta (1996) o La bella (2001) la versión robótica de Coppélia que propone Jean-Christophe Maillot tiene la voluntad de actualizar este título fundamental del repertorio con una estética actual y cercana. Maillot, que dirige Les Ballets de Monte-Carlo desde 1993, comenzó a plantearse la idea de versionar este ballet de espíritu romántico en 2016, pero no fue hasta que encontró el vínculo entre la muñeca del Doctor Coppelius y la inteligencia artificial que fructificó el proyecto. «Entonces, se me ocurrió revisar su partitura para poder reconsiderar esta obra clásica del repertorio de ballet actualizando su narración: una historia de dos prometidos cuyo amor se vería desafiado por la aparición de la inteligencia artificial», explica el coreógrafo.
La puesta en escena de Aimée Moreni, que también firma el vestuario, sigue una estética futurista, luminosa y geométrica que juega con elementos como esferas, pero también con las sombras que proyectan las figuras en el decorado. Predominan los colores claros y los plateados en este futuro donde parece reinar la fría racionalidad, y donde los androides reclaman su lugar en la sociedad. La figura misma de Coppél-i.A. recuerda, por su inexpresión, el robot del film expresionista alemán Metropolis, de Fritz Lang, más que la muñeca carnal imaginada por Hoffmann, de manera que el ballet de Maillot consigue crear la atmósfera inquietante de una distopía que no se encuentra en el ballet original de inspiración romántica.
La compañía actual de Monte-Carlo nació en 1985 con el objectivo de recuperar la tradición que Serge Diaghilev había establecido en Mónaco en 1909 con los Ballets Rusos. Se desarrolló hasta su muerte en 1929. A partir de entonces, la compañía fue sobreviviendo hasta que desapareció en 1951. Fue Carolina de Mónaco, Princesa de Hannover, quien impulsó su resurrección.
Con la dirección de Maillot, ha producido más de treinta grandes ballets y consolidado su prestigio internacional, como Vers un pays sage (1995), Cendrillon (1999), Altro Canto (2006), LAC (2011), CHORE (2013), La fierecilla domada (2017), Abstract/Life (2018) o Core meu (2019). En el Gran Teatre del Liceu la compañía monegasca ya ha presentado tres espectáculos desde que Jean-Christophe Maillot es el director: L’après-midi d’un faune, Le fils prodigue, Les sylphides y L’ocell de foc la temporada 1993/1994; La bella dorment, la temporada 2013/2014 y finalmente Le songe (2017/2018).
Jean-Christophe Maillot, Prix de Lausanne en 1977, dirige desde 1993 Les Ballets de Monte-Carlo, una compañía que cuenta actualmente con 50 bailarines y que está reconocida a nivel internacional por su calidad y madurez artística.
