La diseñadora de moda nupcial acaba de lanzar su colección Primavera 2019, en la que el tul y los colores vibrantes son los protagonistas.
Tres mujeres muy diferentes que, sin embargo, tienen algo en común: las tres renunciaron a ir de blanco el día de su boda. Y es que si hubo un tiempo en el que el blanco nupcial acarreaba ciertas connotaciones, hoy se ha convertido en una mera tradición que muchas están dispuestas a derribar en pleno siglo XXI.
Y pese a la ruptura de la magia que pueda significar para otras tantas, Vera Wang se ha propuesto esta primavera demostrar que la magia puede seguir intacta aun cuando el color irrumpe en algo tan sagrado como un vestido de novia. Aun cuando ese color es el amarillo. O el verde. O incluso el rojo.
La Vera Wang de 2019 constituye así una oda a la novia contemporánea, pero también a la más romántica. Ésa que se envuelve en tul y parece etérea, casi irreal. Como una Ophelia de Millais. O una Kirsten Dunst de von Trier. Volúmenes exagerados se combinan con corpiños estructurados y elementos sobredimensionados como rosas o lazos. Y, entre tanta distracción, el color sigue apañándoselas para ser el gran protagonista.
Con combinaciones cromáticas Wang apuesta por el tono nude como telón de fondo para después realzar y contrastar con tonos vibrantes e inesperados que se superponen o crean elementos ornamentales.
En total diez vestidos de novia y dos de invitada que combinan la definición de corsés y piezas arquitectónicas (casi de armadura) con la liviandad y el efecto lienzo de los tules superpuestos. Creaciones que corroboran que Wang sigue siendo la diseñadora nupcial por antonomasia, pero también que no sólo los vestidos de novia minimal tienen cabida en 2018. Larga vida al romanticismo. Fuente vogue.es
