Cuando comenzamos a girar debemos adoptar una postura de inicio, que luego variará a lo largo del tiempo que dure la coreografía que bailamos. ¡Focaliza! Este es el punto clave para que no te marees y para que puedas girar muchas veces sin perder el eje.
Cuando gires tienes que mantener el foco y tu atención en tu punto fijo. En el momento en que estés girando tu cabeza debe seguir enfocada hacia él. En esos precisos instante debes girar rápidamente la cabeza hasta volver a encontrarlo, dejando fluir el movimiento y moviendo tus pies hacia tu objetivo en el escenario, o en la sala de baile.
Debes transmitir la fuerza del movimiento hasta el punto de apoyo sobre el que giraras. El pie será la punta del eje imaginario sobre el que debes girar. Por eso es tan importante la postura en el ballet. Si pierdes el eje, vas a perder el equilibrio. Los brazos te ayudan, pero no te hacen girar. Mantén el brazo derecho redondeado frente a ti. Los brazos redondeados y alejados del cuerpo como si estuvieses abrazado a un árbol. Los dedos deben quedar a la altura de las costillas. Mantén los hombros hacia atrás.
Asegúrate, mientras giras, de mantener las caderas bajo los hombros, sin curvaturas en la columna vertebral. Esto te asegurará un equilibrio mejor y una línea perfecta (y correcta).
No intentes hacer giros dobles o triples si no eres capaz de hacer una simple correctamente. Pimero céntrate en subir y en aprender la mecánica del giro. La cantidad de fuerza justa y necesaria para impulsarse se consigue con la experiencia, y pronto sabrás distinguir si has puesto fuerza en exceso o si no has puesto fuerza suficiente. Los movimientos están hechos para fluir y no para cortarlos.
Como siempre decimos, la clave está en la práctica. Porque la práctica hace la perfección.
