El reunir alrededor de uno a la gente adecuada es vital no sólo para la realización de logros sino también para la convivencia durante el proceso.
Rodearse de gente que pueda más que uno, que sea más inteligente, que de alguna manera vuele más alto, amplia las posibilidades de crecimiento y evolución. Las relaciones positivas influyen de buena manera y las negativas hacen tener una baja autoestima y una mala percepción de sí mismo.
Las personas podemos ser especialmente influenciables por las compañías que nos rodean. Por esta razón, los buenos amigos son una influencia positiva en tu propia vida. Es aconsejable elegir personas que te hacen sentir bien, personas que te cuidan y te desean lo mejor. Cada amigo tiene su propia personalidad, sin embargo, las buenas compañías son aquellas que te hacen sentir libre de verdad.
Claro que para eso, es necesario reconocer a quienes invitar a acompañarnos. Estar al tanto de quien es quien, relacionarse con aquellos que interesan, considerarlos recursos con los que abrir conversaciones de acuerdo, comunicar lo que se quiere hacer o lo que se busca lograr, establecer maneras adecuadas de compartir el trabajo, los proyectos, las aventuras que se vayan a realizar junto con esas personas.
Desde la envidia, la inseguridad ante el crecimiento del otro, la necesidad de controlar, la búsqueda de protagonismo permanente, se pueden estropear proyectos, arruinar relaciones, y transformar el hacer en un castigo para todos.
Habilitar el crecimiento de los demás compartiendo tareas es uno de las mejores formas de crecer. Da el tipo de satisfacción que abraza, que alienta y motiva.
Y en la medida que cada uno vuela, la bandada se mantiene en lo alto y llega más lejos. Las buenas compañías fortalecen tu personalidad, te potencian en tus valores. Cultivemos las amistades positivas, démosle tiempo a la amistad.
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