Rudolf Nureyev y Margot Fonteyn brillan con todo su esplendor en la majestuosa producción del clásico «El Lago de los Cisnes» de la Ópera de Viena.
Aunque esta historia del ballet sobre el amor sea una obra maestra perfectamente escrita y dirigida – ¡su música es lo más increíble que se ha escuchado en mucho tiempo en composiciones para ballet! Cada nota, cada melodía hacen vibrar el alma de una manera única. Es simplemente excepcional.
Su éxito depende enteramente de los intérpretes de los dos papeles principales, de la magia que existe entre ellos y de su encanto innato.
Por esta razón, no es de extrañar que la versión revisada por Nureyev para él y Fonteyn haya sido todo un éxito en la Ópera de Viena, creando una sensación espectacular. Este dúo ha sido uno de los más famosos e inolvidables del siglo XX, en el apogeo de sus carreras y en plena forma, dejando una marca indeleble en el público que presenció su actuación en la que rompieron el récord de reverencias.
Fueron llamados a recibir un total de 49 reverencias, y este logro todavía figura en el libro Guinness de los récords. Incluso años después de su debut, en 1966, la actuación legendaria se inmortalizó en una película de alta calidad que nos permite maravillarnos hoy con el encanto de estas estrellas del ballet en la pantalla grande con un agradable toque de nostalgia.
Traje de Nicholas Georgiadis para Margot Fonteyn
Nicholas Georgiadis (1923-2001) creó este espectacular tutú negro y dorado que Margot Fonteyn (1919-1991) llevó como Odile en el acto III de El lago de los cisnes en Viena en 1964.
La pareja de baile – Nureyev & Fonteyn – logró un rotundo éxito en una noche memorable con 49 llamados de telón. Aunque el tutú es un estilo convencional, su diseño ha evolucionado sutilmente con los años. En la década de los 50, las faldas del tutú eran planas y rígidas, conocidas como tutús de «placa».
Pero este tutú es un ejemplo del estilo de los años 60 y 70, cuando las faldas se suavizaron y adquirieron una caída más elegante. Esta línea más suave le quedó perfecta a Fonteyn en la última etapa de su carrera, al igual que la decoración del corpiño que sutilmente rompe la superficie sin resultar excesiva, con la decoración principal en el centro del frente.
Georgiadis poseía una habilidad innata en el diseño de corpiños de tutú, comprendía la importancia de utilizar adornos prácticos para las parejas, pues el exceso de joyas o adornos podría cortar las delicadas manos de la pareja.
La elegancia del negro es tan evidente que, durante más de medio siglo, el movimiento de dos bailarines en el Acto III ha sido conocido como el icónico «paso a dos del Cisne Negro».