Dentro de cada persona hay riqueza. Todos los seres humanos tienen la posibilidad de sentir paz en su interior: la paz que teníamos al nacer y que seguirá ahí mientras vivamos.
Lo más importante es sentir. Qué cambio tan importante sería que tu felicidad no dependiera del cariz que toman las cosas en la vida. Tienes algo más; en tu interior hay otra posibilidad.
Imagina que estás en un barco de vela que se balancea con las olas. Odias ese subir y bajar; así que atas una tabla larga y plana delante del barco e intentas aplastar cada ola. Es evidente que no funciona, pero ahí estás, intentando aplanar las olas, pensando que después tendrás un viaje realmente agradable en la vida.
Dentro de ti hay un océano muy sereno. Navega por él y sentirás la calma. Las ideas y los pensamientos no deberían ser lo único importante en la vida. Lo esencial en ella debería ser el sentimiento, sentir realmente la serenidad interior. Experimenta la paz desde tu corazón, no te limites a decir: “Creo que me siento en paz”. Siéntela realmente y no dependas de todas las circunstancias exteriores en lo que respecta a esa paz, a esa alegría. Ya existe en tu corazón.
Sentir es real. Los pensamientos son algo creado. Vienen y van, cambian, desaparecen, o quizá mañana ya no tienen ningún valor. El sentimiento no es así; permanece. Las teorías son estupendas para leerlas, pero nunca las cambies por el sentimiento, porque también tienes que sentir.
Se trata de tu corazón. No es posible engañarle. Puedes mentir a tu mente y ella puede mentirte a ti, y lo hace. Pero al corazón no se le puede engañar, y él no te engaña a ti. Así que el juez ha de ser el corazón, no la mente. Tiene que haber un cambio de prioridades, sencillez, sentimiento. Siente cada paso que das y cada día que vives. No se trata sólo de que el día venga y se vaya, lo importante es que en ese día tú existes. ¿Lo sientes así? Cuando eso empieza a cambiar, llega la comprensión.
He aquí la historia de un hombre que iba andando por la carretera y vio algo que brillaba. Lo recogió, lo miró y pensó: “Es un trozo de vidrio muy cortante. Lo apartaré para que nadie se haga daño”. Unas horas más tarde pasó por allí un joyero y a él también le llamó la atención aquel objeto que brillaba junto a la carretera. Lo recogió, lo examinó y se dio cuenta de que era muy afortunado; había encontrado un diamante increíble.
Cuando no estás preparado para admirar esta vida en su justo valor, sólo es un trozo de vidrio. Lo tomas y dices: “No es nada”, y lo echas a un lado. Pero hay quienes aprenden a reconocer. Aprenden sobre el valor de la vida, sobre el sentimiento, sobre la comprensión.
Como seres humanos, necesitamos estar en paz. La gente dice que la paz no es posible. Para mí, querer es poder. Tal vez el primer paso tiene que ser simplemente el reconocimiento, ver la posibilidad de que la vida no es un trozo de vidrio, sino que, de hecho, es un diamante.
La vida no es ninguna broma. Se nos ha dado un regalo muy especial. Quizá ver eso sea el primer paso; un paso pequeño, pero por ahí se empieza. Una vez que sepas cuál es el primer paso, darás todos los demás, porque lo que se encuentra al final es la plenitud de toda una vida. Fuente Maharaji