Te copian, te calumnian … ¡Qué mala es la envidia!

La envidia sana no existe, a no ser que te refieras a la admiración …

La individualidad es valiosa. Cuando alguien vive de la copia, es solo eso… una copia… jamás original. Significa que estás haciendo las cosas bien. Porque primero te observan, te critican, te envidian y al final te imitan.

Admirar a alguien o convertirlo en un ejemplo a seguir para alcanzar nuestros objetivos no es malo; tener buenos ejemplos o referentes en la vida, nos ayuda a crecer. La envidia es la cara tóxica de esa admiración, pues no empuja al crecimiento personal, sino a la destrucción del otro.

Reconocer que alguien copia tu estilo no te hace menos único, pero puedes aceptarár el hecho de ser auténtico. Todos tenemos diferentes talentos, así que sé paciente con las personas a las que les resulta difícil aprender algo que para ti es fácil. Recuerda que las personas que copian a otras, por lo general, tienen una baja autoestima, y pueden estar en negación o ponerse a la defensiva si les dices algo.

El hecho de que una persona quiera copiar algo tuyo significa que has tenido un impacto en ella de manera profunda. El envidioso no para nunca de compararse ni de querer todo lo que ve. Imagina qué agonía.

Una copia nunca va a lograr la misma calidad que el original, lo cual significa que, por definición, el que copia siempre va a estar por detrás del copiado. Una fotocopia siempre tiene menos calidad que el documento original.

Si tienes algún envidioso cerca, no te enfades, compadécete. Los envidiosos sufren mucho. En última instancia, la envidia no lleva más que a la soledad y el sufrimiento. Se trata de una emoción compleja, derivada de la combinación de otros sentimientos que incrementan su toxicidad. Asociada a la angustia, la rabia y la frustración, así como a la avaricia y al odio, se puede convertir en uno de los sentimientos más destructivos para las relaciones humanas que existen.

Sentir envidia significa sentir malestar ante la felicidad ajena; algo se remueve por dentro del envidioso cuando ve que los demás consiguen sus logros, aunque eso no afecte en nada a su propia vida. Y es que el envidioso no desea lo que tiene la otra persona; no, lo que quiere es que lo pierda.

Cómo gestionar la envidia

  • Es más sano admirar que envidiar. Si alguien tiene éxito, aprende de él. La envidia provoca rabia, mientras que la admiración motiva y predispone a la acción ¿Qué prefieres?
  • No compitas con nadie, sino contigo mismo. Está bien ser ambicioso y querer superarse a uno mismo, pero no a los demás. Que tu amigo haya conseguido un buen puesto de trabajo, no afecta al que tú tienes; si te sientes mal, quizás es porque tu trabajo no te gusta; en lugar de desear que tu amigo pierda lo que ha conseguido, escucha a tu envidia y haz algo por mejorar tu situación.
  • No te compares con nadie, ni permitas que nadie te compare con otros. Las comparaciones son odiosas, aunque salgas ganando. Al compararnos no aprendemos a valorarnos como seres únicos e independientes, sino que siempre necesitaremos a otro para reconocer nuestra propia valía. Es triste.
  • Libérate de la crítica: al criticar lo que otros tienen, inviertes una gran cantidad de energía en el otro, en vez de enfocarla en ti mismo. Es más, mira qué es lo que tanto criticas, y quizás aprendas algo sobre ti mismo.

Autor, Helena Arias, psicologa.

Body Ballet® Carolina de Pedro / Poster, Bolshoi Ballet.
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