Un yogui, mirando fijamente a un punto hacia el horizonte, pasando el tiempo sin que sus pestañas bajen un segundo para dar descanso a sus pupilas, probablemente no se encuentre soñando despierto, absorto en sus pensamientos. Es probable, mas bien, que esté practicando trátaka. “La práctica de fijar la vista firmemente, sin pestañear, en un objeto pequeño, es conocida como trátaka por los maestros” , señala el Hatha Yoga Pradipika, uno de los textos clásicos de Hatha Yoga.
En sánskrito, trátaka quiere decir “mirar fijamente” o “contemplar”, y es la última práctica en la lista de los shatkarmas. Los shatkarmas, o las “seis acciones” (shat= seis, karma= acción), son un grupo de prácticas purificatorias, que de acuerdo al Hatha Yoga Pradipika, deben ser realizadas antes de embarcarse en el ejercicio del pranayama o en prácticas más avanzadas. Practicarlas, moviliza y dirige la energía en el cuerpo, en los estratos más superficiales y más profundos de la mente. A su vez, purifican al cuerpo de toxinas, y asegura una progresión segura en el camino de las prácticas espirituales.
Trátaka interno y externo
La práctica de trátaka, consiste en dirigir la mirada a un punto fijo. Esto es lo que se conoce como bahiranga trataka, o trátaka sobre un objeto externo. La mirada se mantiene fija en ese objeto, pero no recorriéndolo, sino en un punto fijo de este. La mirada se sostiene así por un largo rato, e incluso se debe evitar el pestañeo aunque los ojos empiecen a lagrimear (de hecho, esto limpia los ojos de impurezas). El objeto elegido para realizar la práctica puede ser, por ejemplo, una vela, un yantra, un mandala, la luna llena, el sol cuando se encuentra en el horizonte, el símbolo OM, una bola de cristal, un shivalingam, un chakra o la propia sombra. La práctica se puede realizar sobre otros objetos también, pero es más efectiva sobre los mencionados anteriormente. Consulta este post para instrucciones para practicar trátaka con una vela.
Posteriormente, se puede, además, practicar antaranga trataka, o trátaka interno. Esto consiste en, con los ojos cerrados, visualizar un objeto, que puede ser un símbolo,o por ejemplo un punto de luz o una estrella. una práctica intermedia entre el trátaka externo y el interno consiste en visualizar un objeto externo, y, cuando los ojos no puedan permanecer abiertos por más tiempo debido al cansancio ocular, cerrarlos e intentar visualizar esa misma imagen internamente.
Efectos y beneficios de mantener la mirada en punto fijo
Como en el resto de las prácticas yóguicas, el objetivo y efectos de este ejercicio, van más allá de lo que a simple vista podríamos observar. En primer lugar, como fruto que se obtiene de cualquiera de los tipos de trátaka, tenemos la concentración de la mente. Los ojos son la puerta hacia la mente. El fijar la vista en un punto fijo, sin pestañear, mantiene a la mente también en un punto fijo y en calma, permitiendo un cese a la corriente de pensamientos . Por ello, si uno se encuentra ansioso o no pudiera dormir por estar con la mente agitada, practicar trátaka le traerá tranquilidad. El hacerlo por períodos prolongados y con frecuencia, es un gran entrenamiento para la concentración, por lo que es un excelente paso previo para prácticas de meditación.
Pero siendo un ejercicio, además, de mental, también físico, los efectos también florecen a este nivel. Según la experiencia de los yoguis, el pasar períodos prolongados con la vista en un punto fijo, y sin pestañear, relaja los ojos y mejora considerablemente la vista, curando además diversas enfermedades relacionadas a ella. Alivia el dolor de cabeza, y mejora la miopía, el astigmatismo y las primeras etapas de cataratas.
Y como todo lo que tiene lugar en un nivel del ser tiene lugar análogamente en los demás, la práctica de trátaka purifica además al chakra ajna, el también llamado “tercer ojo”. Este centro energético, a la altura del centro de nuestra frente, está relacionado con habilidades como la clarividencia, la capacidad de “ver” con la mente, más allá del espacio y tiempo inmediatos. Una práctica prolongada y sostenida en el tiempo, bajo las instrucciones de un gurú o profesor calificado, pueden resultar en la adquisición de esta habilidad. Los poderes paranormales resultantes de la práctica de yoga, no son, sin embargo, el objetivo de estas, sino más bien efectos secundarios de de las mismas.
Dependiendo del punto u objeto a observar, además, los efectos que se consigan serán, a cierta escala, diferentes. Realizar trátaka con una vela, un punto negro, o frente al sol, la luna o determinadas estrellas, por ejemplo, traerán todos efectos diferentes y muy particulares, debido a las distintas energías sutiles que componen a estos cuerpos. Para adquirir el tipo de efectos más sutiles de esta práctica, y a la vez los más poderosos, uno debe, además, identificarse con el objeto a contemplar (samyama). Hay mucho por profundizar en este punto, y es mejor practicarlo bajo la guía de un yogui experto: se debe ser cuidadoso al elegir el objeto de contemplación, ya que algunos de ellos, en apariencia inocuos, pueden movilizar energías indeseables. Fuente www.practicaryoga.com